jueves, 23 de diciembre de 2010

El peor enamorado


Soy muy mal enamorado. A mis diechiocho años recién lo vengo a descubrir. Y no es que sea mala persona (creo yo), sino que las características que se le atribuyen al buen enamorado no son las mías. No lo digo con orgullo pero tampoco puedo evitar sentirme bien cada vez que llego a esa conclusión. El buen enamorado por lo general es cachudo, sacolargo, obsesivo y en extremo celoso. Sin embargo, el desgraciado es feliz porque es tan buena persona que nadie le dirá jamás que es cachudo para no hacerlo sentir mal. Nadie le recordará lo sacolargo que es porque en el fondo lo envidian. Y nadie lo tildará de obsesivo y celoso porque a pesar de eso, su flaca siempre encuentra la forma de escaparse de su control, así que da igual.

No me estoy pasando de cruel ni he estado leyendo en exceso las aventuras del Chino y Pancholón en el trome, es la purita verdad. Lógicamente existen exepciones, buenos enamorados que se topan con las aún más escasas buenas enamoradas y viven felices para siempre. Son contaditos pero existen, como para recordarnos que a pesar de que todos hagamos lo mismo, no dejamos de ser malos enamorados.

Pasemos a la materia. La más importante de las características del buen enamorado, que no puede faltar y que es fundamental para que la relación prospere, es que sea celoso. Es increíble cómo les encanta a las foragidas que las controlen hasta cuando cagan. Dicen que eso las hace sentirse seguras además de queridas. Si eso es ser un buen enamorado, entonces yo soy una basura, un insulto a las buenas costumbres, un salvaje en pleno siglo veintiuno. En mi defensa sólo puede decir que hay algo que se llama confianza y haber si cuando cumplan uno o dos años de enamorados, se van a sentir igual de queridas cuando no las dejen ir al tono del año. El otro objetivo de los celos es que no te saquen la vuelta, lo que es tan iluso como decir que si ya almorzaste y estás lleno, no puede entrar el postrecito. El deseo sigue allí y las flacas son vivas, si quieren hacerte cachudo lo van a terminar haciendo, así las controles con marcas.

Pero mi pensamiento es arcaico, pasado de moda, chusco, ya fué y estoy condenado a que me llamen mal enamorado. La siguiente razón es que soy un loco, un cerdo, un arrecho y si romeo viviera, un romántico. El buen enamorado no está para hacer la cartita a fin de mes ni menos para cantarle al oído, él en cambio debe ahorrar sus energías para preguntarle en dónde ha estado hace una hora y que va a hacer después de verlo. El buen enamorado no se puede arrechar en un parque, se va al telo. Tampoco puede cargarla, meterle mano, besarla por todas partes ni hacerle el beso de Gayoso a Shirley Arica y mejor no sigo porque llegan las demandas contra la moral.

Son esas dos poderosas razones las que me privan del título de buen enamorado pero no son las que me hicieron deducirlo. La principal y más poderosa razón, la que me sacó del engaño en que vivía, es que me di cuenta que soy un buen mentiroso, lo cual no significa que siempre lo sea, sólo que sé como serlo. El buen enamorado no sabe mentir, cuando lo hace se pone rojo, tiembla y por lo general cuando miente, es por cosas minúsculas. En cambio yo, te puedo cambiar la historia de la vida en la tierra y te aseguro que me creerás. Te miraré con ojos tiernos e inventaré anécdotas que comprueben mi invento. Serán tantas cosas las que imaginaré que no las recordaré todas, pero ya estaré convencido de mi mentira y tu también. Lo peor es que aunque no quiera usar ese poder, lo terminaré usando porque es cómo poder salir con la flaca que quieres, ir al tono que quieres y perderte los días que desees, a sabiendas que con una mentira todo estará solucionado.

Hay un dato más que comprueba mi teoría. Todas, absolutamente todas las chicas que fueron mis enamoradas me terminaron odiando. Y el odio sólo puede significar que estás haciendo las cosas mal. Por eso es que soy un mal enamorado. No un ángel, sino un duende. No alguién que te cuida, sino alguién que te tienta. No un mal enamorado, sino el peor de todos.

Pdt. Hasta el más malo de los enamorados, se enamora.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Luces

Todos los días ocurren cosas maravillosas. Todos los días el cielo se llena de luces. Quizás para ti sean sólo luces, quizás ni siquiera las mires en toda la noche. Pero ellas estan ahí, a pesar de que las ignoras siguen allí. Y quién sabe si en algún lugar del mundo exista alguien que si las esté viendo, como embobado, como enamorado. Para esa persona si son especiales. Lo que tu ignoras, para ella es un milagro y eso, como les decía, es una cosa maravillosa.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El enfermo mental

Soy un inútil cuando estoy enfermo. Sirvo sólo un poco más que mi hermano de un año. Creo que es por eso que desde pequeño he admirado a mis compañeros que, a pesar de sufrir las más satánicas enfermedades, osea las únicas que conocemos a esa edad (fiebre, gripe, sarampión, diarrea), se bastaban con una pastilla y una jateada para reponerse. Yo no podía, aún no puedo. En mi cabeza me da todo junto. Normalmente y por poner un ejemplo, cuando tienes gripe te da fiebre, escalofríos y mocos. Pues bien, en mi caso me da la enfermedad de la fiebre, la enfermedad de los escalofríos y la enfermedad de los mocos. Es decir, me agarra todo junto.

Cómo sobreponerse a tar cúmulo de enfermades, cómo ignorarlas cuando vienen en combo, dispuestas a hacerte sufrir y hasta matarte. Contra toda lógica he aprendido a convivir con algunas. Sufro (a veces gozo) de sinusitis crónica, que son los mocos que salen como miel del panal que viene a ser tu nariz a cada momento; eso que te da cuando te resfrías yo lo tengo casi siempre y bien disimulado por si no lo haz notado. De allí nacieron mis famosisímos mocos voladores. Técnica que me llevó años en perfeccionar y que consta en meter un dedo en la nariz, untarlo con moco y como si tiraras una piedra chiquita, lanzar el moco por los aires. Es asqueroso, peligroso, antinatural, aborrecible pero digan lo que digan es también muy divertido. Y más cuando se le queda pegado a alguien en la ropa.

También tengo secuelas que dejaron músculos rotos en varios lugares de las piernas. Soy arquero, a eso súmenle que soy muy obstinado y hasta loco, eso sólo puede llevar a las lesiones que, cuando eres tan terco como yo en seguir jugando, irremediablemente acabarán en lesiones de por vida. Heridas que no han sando completamente por forzar a los músculos a volver a esforzarse sin haberse recuperado del todo. Por eso no puedo correr por mucho tiempo, ni jugar por mucho y por ende estoy engordando progresivamente. Además creo que de tanto chupar, mi vejiga está mal, es eso o no es capaz de retener nadita de líquidos. Me vasta con probar un vaso de licor en cualquiera de sus formas para ir corriendo al baño a orinar por varios minutos, y este ritual se repite muchas veces en la noche. Es vergonzoso a veces, pero también como los mocos voladores, tiene su gracia. ¿Alguna vez han jugado a quién puede orinar más en botellas vacías de cerveza? Apuesto a que les gano.

No soy un inútil cuando me enfermo, soy un parásito. Y no sirvo un poco más que mi hermano, él me gana. Con alguna nueva palabra en su vocabulario hace que le presten más atención que la que me pondrían a mí si tuviera cáncer. Lo único que no me pueden reprochar es que a pesar de estar al borde la muerte (como lo estoy, apúntense para el testamento) mi sentido del humor permanece intacto. Soy un enfermo simpático, de esos que dan ganas de cuidar. Ojalá después de esta propaganda tenga quién me cuide la próxima vez que caiga enfermo. Y es que no hay ningún remedio como el amor. Cómo extraño cuando vivía en la casa de mi abuela y cada vez que caía enfermo había paro familiar. Me llevaban la teve de mi tío a mi cuarto, cada cinco minutos me ponían pañitos mojados sobre la frente, mi mamá me cambiaba el polo sudado, el vacín siempre estaba misteriosamente limpio, el menú familar se alteraba por mis necesidades a sopas y mazamorras, mis tías hacían de enfermeras y mi abuelo iba a frotarme el pecho todas las noches, con esas manos fuertes que parecían ahuyentar a los virus.

Ahora dependo de tres pastillas cada ocho horas, toda el agua que pueda tomar y lo poco que puede ofrecerme mi mamá (que le agradezco con toda el alma) con sus ocho meses de embarazo. Ojalá mañana amanezca mejor, ya me cansé de comer todo licuado por estas malditas llagas en mi boca. Y ojalá no sea herpes.

Pdt1. No tienen también la impresión de que cuándo se enferman, todo el mundo se vuelve más interesante que su casa.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Amiga

Amiga (¿Te puedo decir amiga verdad?), bienvenida a mi cabeza esta noche. Gracias por pasar a visitar, hace tanto tiempo que no te veía. Creí que te habías olvidado de mí, de mis bromas y de mis manos traviesas. Pero es tan grato tenerte hoy aquí que el mundo se ha reducido a esta habitación, a esta máquina, a este humo, a estos sonidos y a tu presencia. No necesito más para ser feliz, no necesito más que tu recuerdo en esta noche.

Perdón si te he tenido descuidada, la vida que llevo no me permite darte el trato que te mereces. Si amiga, aunque no lo creas te mereces mucho. Fué tanto lo que hiciste por mí, tanto lo que sacrificaste por meterte en mi cabeza, tantas las cosas que pensaste serían eternas y tantas las veces que te pagué mal. A veces creo que era tu deber hacer todas esas cosas que en el fondo formaban una sola, tirarte al fuego conmigo. Arriesgarlo todo cada segundo, como si no hubiera un mañana, como si no hubiera un ayer que no te permita hacerlo. Otras veces (más lúcidas) deseo que no hubieras hecho tanto, es decir me pones en un problema y para no afrontarlo te recuerdo en noches como esta. Y una que otra noche con más alcohol te maldigo por no haber dado un poquito más. En esas noches (si es que en mi mente te encontrabas) estuve equivocado, olvídalas, tu lo diste todo, fuíste como se dice de la cuasiperfección cuando la recuerdas, perfecta.

Mi fiel amiga, no sabes cuánto te extraño. Curiosamente lo que más extraño de ti no es ni lo que hacías por mí ni lo que te obligaba a hacer por mí, es lo que eras. Después de amar, después de descansar, después de volver a amar, después de sudar, ese momento, esos minutos son lo que más me hace falta de ti. Cuando los fantasmas de la pasión se calmaban y sólo quedaba el amor en su forma más liviana (esa que te hace flotar), ese abrazo interminable y esas miradas a la luna llena, eso es lo que más extraño de ti amiga. Déjame decirtelo hoy que estás de visita porque no será tu turno mañana.

¿Entiendes la carga que tengo sobre mí? Entiendela por favor. Quiero recordarte todos los días y traerte a este cuarto, te lo mereces amiga, pero no puedo, carajo no puedo. Hay tantas que se pelean tu lugar amiga, tantas a las que les abrí la puerta, que no puedo tenerte conmigo dos días seguidos. Quizás si me ayudaras, si me llamaras, si recibiera un mensaje tuyo, quizás así si te recuerde hasta tres días seguidos o hasta más, hasta una semana entera. ¿No te gustaría mi amiga? Tu y yo solos, como antes, como siempre debió ser, como nunca debió dejar de ser, sería cuasiperfecto también, porque para que sea perfecto tendrías que estar en tu forma física aquí y ahora, mas no en la etérea.

Pero que sería de mi vida contigo siempre. Me perdería, no sabría que hacer, no tendría porque luchar. Y eso es fundamental para seguir recordándote y trayendote todas las noches a mi alcoba. Mas bien disculpa el humo del cigarro, sé que te molesta pero no me pidas que lo deje, él es parte del ritual que se forma para traerte aquí, es como el taxi que te recoge todas las noches. Disculpa también el desorden, se me ocurrió que vinieras así de la nada, no pude ordenar ni las medias. Me hubiera gustado recibirte con la pulsera que rompiste, o con el collar que yo destruí, o con el collar que perdiste, o con las cartas que se perdieron en el tiempo. Pero como te digo, esto fue improvisado y es mejor que sea así, vuelve tu vista más intensa.

Que ya te tienes que ir, que ya es tarde, que tienes que regresar a tu cuerpo a dormir. No me digas eso amiga, vete sin despedirte, vete sin avisarme. Vete y vuelve en una semana o en un mes o en nuestro aniversario que de seguro recordaré con días de anticipación. Si amiga, aprovecha que estoy distraído escribiendo y sal por la ventana, vuela con el humo del cigarro y piérdete entre las nubes que veíamos tirados en el pasto. Doblate con la lluvia y resiste el frío como resistías mi corazon helado. Llega a salvo a tu destino amiga, duerme algunas horas que mañana no recordarás nada y yo recordaré todo. Y por todo no me refiero a todo, sino a todo el daño que te hize.

Pdt1. Amiga, nos vemos en navidad.
Pdt2. Tranquila amiga, ver no es estar juntos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La enfermedad de estar despierto

A veces sueño pero no sueño. Quiero alejarme de la cama, saltar, correr o que ella se aleje de mi. Pero me ata con mis recuerdos, los usa en mi contra. Evoca los más terribles colchones que mi espalda ha probado, sillas, mesas, lavanderías, parques, pisos, veredas. No puedo despertar aunque sea mi voluntad. Entonces intento soñar, no sin dejar de estar despierto.

Los sueños que no son sueños son como montañas rusas, tienen un vaivén de intensidad. Tú lo pones. Me imagino volando y de nuevo traigo del pasado la sensación de la montaña rusa. Es lo más parecido que mi pobre imaginación tiene de lo que es volar. Justo en el momento que caes, que sientes todas esas gravedades sobre ti, que tus pies se te quieren despegar del cuerpo, allí entiendes el miedo que produce la altura. Miedo de caer y estrellarte, de perecer como tantas aves en su primer vuelo y yo siento ese miedo desde mi cama. Mis pies también sufren, se quieren caer (congelar) y yo me asusto. No puedo más, situo mi mente en la montaña rusa, pero en la subida tan relajante, tan infinita, que no produce ni un ápice de miedo.

Sin embargo estoy en la montaña rusa y todo lo que sube tiene que bajar. Hago lo imposible por retener el momento pero si lo detengo más dejaré de semisoñar, así que me resigno al miedo de la caída y me asusto de nuevo. Un cabello me entra por la nariz, vete. Casi despierto pero no, sigo allí, cagandome de miedo. No sé si esta montaña tiene las bajadas muy cortas o soy muy cabro, pero de vuelta estoy subiendo, de nuevo siento los pies pegados al cuerpo. La luz que entra por las rendijas que deja la cortina se transforman en mi sueño en rendijas de tiempo, entre subida y bajada. Quiero volar pero quiero hacerlo con la calma que produce subir la montaña. Es estraño, las palomas se ven tan calmadas cuando se deslizan por las corrientes de aire. Quizás ellas también se caguen de miedo, quizás parezcan calmadas porque su miedo supera al mío y debido a que sus prominencias faciales no les permites mostrar el terror, muestran calma. O talvez es sólo un farol para engañarme y que siga intentando volar en mis sueños para no ser las únicas así de aterradas en el mundo. Putas palomas, lo que daría yo por meterlas en mi asiento de la montaña y ver como se despluman sus cachosas alas.

La bajada llegó más rápido en proporción a las rendijas de luz que deja mi cortina. Meto los pies en las frazadas para tratar de que no se me despeguen -el frío y la sensación de pérdida son peculiarmente parecidos- del cuerpo. Parece funcionar y tomo conciencia de la adrenalina con menos miedo. Intento soñar sobre mi sueño y aparecer al lado de las palomas, cayendo con rápidez sobre algún maiz para que nadie (¿esa que tiende la trampa en el suelo, de verdad eres tú?) pueda cogerme. Pero choco y para no ser capturado vuelvo a la parte absurda de la montaña, la subida. Cómo podre volar y que las palomas no parezcan unas expertas a mi lado me pregunto. Me quedan a lo muchos dos intentos y despertaré, es inevitable. El sol se está ocultando, pasando a formar un ángulo agudo con la tierra que apunta directamente hacia mis ojos y que osa con levantarme. No podré soportar el impacto de sus rayos, tengo que volver a la caída rápido, aunque el saber que vas a tener miedo te produce más miedo.

Caigo con la furia de un halcón peregrino. A su vez, otro sobresueño me dibuja a mí mismo con tres rayitas paralelas detrás mío, símbolo de la velocidad que he alcanzado. Me siento como el piloto que solo cuando usa la máxima potencia del auto, puede estabilizarlo. Controlo todos mis movimientos y el miedo se ha ido volando -me ganaste maldito- como huyendo de mis nuevas facultades. Hora de llevar esa sensación a los aires, seré capáz de volar como las palomas y no sentirme menos que ellas, lo averiguaré apenas acabe de botar otro cabello que de nuevo unta mi nariz. Uso el dedo equivocado, el pulgar. Es muy grande para desenterrar ese travieso cabello que se va metiendo en ves de salir, dentro mi mina mocosa. Contengo la respiración, voy a lograrlo, por fin voy a volar aunque sea en mi sueño, quién sabe y los sueños son aún mas reales que la realidad. Dejame sentir el aire sobre mi ropa desnuda, por favor no interfieras cabello. Convulsiono para no respirar y que no se entrometa el cabello pero pierdo. Si los humanos contralaran a ese grado su respiración, aumentarían apocalípticamente los suicidios. He perdido, estoy conciente y muy ofuscado. Tiro lo primero que alcanza mi mano por los aires. A ver si tu puedes volar como las palomas, ojalá te salgan alas y puedas lograrlo celular.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Monotonía

Lito no ha dado examen parcial.
Lito llegó tarde y no lo han dejado entrar.
Lito no podrá subsanar ese exámen.
Lito cree que jalará el curso y sólo quiere tomar.

Lito va a un telefóno público y comienza a llamar.
Lito se gasta tres soles buscando con quién tomar.
Lito sabes que es martes y que pocos al llamado acudirán.
Lito chapa su combi esperanzado en que muchos irán.

Lito llega, espera y aparte de él, sólo uno llega.
Lito le explica el problema, caminan y en la licorería se frenan.
Lito compra dos rones y una sprite para ahogar las penas.
Lito y su amigo van al parque y se sientan.

Lito toma siempre seco, aunque le raspe la garganta.
Lito se entristece, llora, ríe, se caga de risa.
Lito quiere orinar, se para y ahí nomas comienza a mear.
Lito se cae varias veces, no se puede sentar.

Lito se fija que queda media botella de ron.
Lito también se da cuenta que está hasta las huevas.
Lito levanta a su amigo y se van camninando.
Lito no sabe como lo llevará a su hogar.

Lito a pesar de ver borroso, distingue un chifa.
Lito piensa que la bajada a los borrachos reanima.
Lito arrastra a su amigo a la mesa mas caleta.
Lito grita dos combinados a la mesa.

Lito ve como su amigo se duerme enseguida.
Lito también pierde fuerzas y nadie lo reanima.
Lito se está quedando dormido.
Lito al fin tiene el plato servido.

Lito come tres cucharadas y fuerza a su amigo a probar.
Lito se queda dormido, se levanta para vomitar.
Lito no sabe que todos los están mirando.
Lito no sabe que del chifa lo están votando.

Lito yace inconciente en la vereda del chifa.
Lito antes de eso, logró revivir a su amigo.
Lito sueña con su exámen perdido.
Lito oye sirenas y ahora se sueña con un calzoncito.

Lito despierta en la casa de su ahora mejor amigo.
Lito sufre un dolor de cabeza de la putamadre.
Lito va a la cocina y encuentra el desayuno servido.
Lito no puede creer lo que oyen sus oídos.

Lito agradece estar a salvo y vivo.
Lito nunca imaginó que la mamá de su amigo los rescataría.
Lito no recuerda nada de la nocturna travesía.
Lito sin querer ha pasado, su primera noche en la comisaría.

Pdt. Lito saca dieciocho en el final y aprueba el curso.

Novedades

Qué hay de nuevo en tus pies,
sin medias ni zapatillas
que pueda excitar la piel
como el cantar de tus cosquillas.

Qué hay de nuevo en tus pechos,
para verse tan sabrosos
alarderos y esponjosos,
como dos cojines nuevos.

Que hay de nuevo en tu boca,
cuántas salivas se han mezclado
cuántos besos te han robado
dejando tan rojos tus labios.

Qué hay de nuevo en tus gemidos
para romper así la calma
para llevarse así mi alma
a donde terminan los sentidos.

¿Qué hay de nuevo en tu cuerpo?
¿Qué ha cambiado en este tiempo?
Absolutamente nada.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Colección


Siempre creí que estaríamos juntos para siempre. Es la verdad, aunque me cueste admitirlo. Aún cuando el mundo nos dijo lo contrario y nos empujó a ser felices en otros brazos, lo seguí creyendo. Aún cuando descubrimos que el amor puede cambiar de rostro y que habían personas infinitamente mejores a nosostros, y que encima nos querían, lo seguí creyendo. Y aún cuando entendí que nunca volveríamos a ser lo que alguna vez fuimos, mi fe se mantuvo intacta.

No es porque seas perfecta para mí ni es porque así estaba escrito en el destino. Es por la simple y tonta razón que supone un capricho. Eres mi capricho, por eso nunca renunciaré a ti. Lo fuiste cuando te sacaba de tu casa a escondidas y lo eres ahora que huímos del mundo para estar juntos, todavía a escondidas.

No te sientas mal. Un capricho lleva ingredientes distintos al amor. Lleva cariño y comprensión, sacados de los mejores amigos. Lleva también antojo, el del dulce que se nos provoca a cierta hora del día. Pasión, aquella -la más fuerte- que no toma en cuenta los rituales de los enamorados. Risas, como niños cometiendo una travesura. Locura, ¿Alguna vez te imaginaste a dos locos enamorados?

Este es nuestro futuro, capricho mío. Estar juntos y a la vez no estarlo. Porque el mundo se interpuso en nuestro camino y no supimos como esquivarlo. Pero aún así nos reencontramos, dañados, jodidos, contaminados y adoloridos. Y la única forma de seguir viviendo con estas cicatrices en el cuerpo, es coleccionándolas, aunque duelan mucho.

Pdt. De nuevo me siento completo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Lito y sus memorias I

Lito pasa poco tiempo con su gatita. Quisiera que no fuera así, quisiera verla más seguido, tal vez a diario, pero no puede, tiene miedo. Miedo de que lo llegue a conocer mucho, tanto que descubra que en realidad y bajo todas esas capaz, hay alguién frágil. Sin embargo, de vez en cuando se olvida de ese miedo y un espíritu aventurero, sagaz y romántico se apodera de sus entrañas para arrojar un hombre sin miedo a nada. Hoy es uno de esos días, sale por la ventana de su cuarto a las once y le silba a su gatita. Ella asoma e intenta decirle con señas que baje en diez minutos, la costumbre de hablar así le hace entender el extraño código. Lito se alista y sale.

Saca las llaves que necesita del llavero colgado en el garaje. Abre los candados y los deja colocados a medias, por si tiene que entrar rápido. Transpasa la puerta y distingue a su gatita entre dos arbustos, a unas sietes casas y al frente. Cruza rápido para ocultarse con ella en los camaleónicos arbustos. Quieren pasar desapercibidos, perderse con el paisaje. Cuando lo logran, entran a la casa velozmente y suben las escaleras con tanto sigilio, que ambos parecen intrusos. Lito llega al cuarto de su gatita, es la primera vez que entra. Lo primero que le llama la atención es el holor, todo a ella.

Aún no entiende bien como terminó en esa situación. Resulta que aquella tarde se vieron y fueron a arrimarse al parque. Con la locura y el amor-increíblemente verdadero- que producen los primeros roces, intentan seguirlos en algún lado. Su gatita le comenta que hoy sus papás no estarán en la casa, que se irán a un retiro de pareja. Lito, casi seguro que le dirá que no, se arriesga a preguntarle si no habría forma de que él fuera a su casa en la noche. Ella responde, con la mirada y la sonrisa iguales a las de un niño que planea una travesura, que podría ser.

Y su cuarto es como su sonrisa, una constante travesura. Traviesa es la decoración escolar, travieso es el uniforme colgado de un perchero y hasta excitante. Se abrazan y respiran aliviados, lo peor ya ha pasado. Lito se recuesta y la llama a echarse con él. Juegan a besarse y a abrazarse y a sobarse y a cargarse y a enredarse. Se quitan los zapatos y Lito apaga la luz. Vuelan los polos sin preocuparse por el dónde. Igual el pantalón de su gatita. El de él no, primero quiere verla a ella. Hacen ruido, demasiado ruido.

Su gatita no vive solo con sus padres, sino también con sus abuelos. Justo en esos momentos, su abuela sube a colgar la ropa no sin antes pasar por el cuarto de su engreída. Toca la puerta y como un resorte Lito se para de la cama. Se quiere esconder y no sabe en donde. Recuerda que hace unos años tuvo una situación parecida y se terminó escondiendo debajo de la cama. Esta vez intenta hacer lo mismo y se mete raudo, con la poca ropa que alcanza a coger. La abuela entra y sorprende a su nieta cambiándose para dormir, la acompaña cinco minutos, todo parece tranquilo. Lito no para de sudar, no desde que se dió cuenta que su polo seguía en el cuarto, tirado en cualquier lugar. Suda aún más cuando la abuela pregunta por el dueño de aquel polo tirado sobre el televisor; a lo que su gatita, con una astucia verdaderamente felina, alega que pertenece a su tío y que su mami recogió por error en la mañana.

Lito sale temeroso de su cueva. Sale y lo primero que ve es a su gatita con una pijama ceñida y rosada. Le encanta, se avalanza sobre ella y se da cuenta que toda la tensión no fué en vano. Pasan veinte minutos, están molestos. No logran acomodarse, no saben cómo. La cama suena mucho, es muy chica y no alcanzan las almohadas. A Lito no le importaría usar el piso pero es invierno y su gatita tiene frío. En un último intento se echa sobre ella, los resortes igual chillan, definitivamente no es su noche. Ponen sus dos despertadores a las tres y duermen abrazaditos.

Ella lo hace con profundidad. Lito aún está conciente. Están desnudos, ella con medio cuerpo encima de él y este agarrándole una nalga. No sabe si ella sienta lo mismo, sospecha que si, pero por unos segundos Lito se siente en el paraíso, no en uno terrenal, por el contrario, uno espiritual. No puede describirlo con detalles, sólo se siente bien. Piensa que existen relaciones que construyen el amor a base de amor, intentándolo sacar de cualquier lado. Y existen otras como la de él, que construyeron el amor a base de una necesidad de estar juntos, de una atracción. Advierte que funcionó, que la ama, que el amor también existe y se puede lograr de esa manera. Sonríe levemente y se duerme.

Lo despiertan a las cinco, los despertadores no han sonado y en quince minutos los taxis de la cuadra comenzarán a salir. Se viste con la velocidad que tendría si fuera modelo en un desfile, baja las escalera con su gatita pero tropiezan con un candado tam inmenso como su miedo. Vuelven al cuarto y no saben que hacer. Ella le dice que caballero nomás, tendrá que saltar de la ventana. Lito lo duda pero entiende que no hay de otra, es eso o que lo castren los padres de su gatita. Le da un beso tierno y comienza a resbalarse por la acera. Cuando ya ha reducido la mayor altura posible, se suelta. Cae y algo suena en su rodilla, oye peores ruidos en la casa, no le hace caso a su cuerpo y corre a su hogar. Los candados puestos estrategicamente ayudan, logra entrar más rápido. Casi cuando toda la puerta está por cerrarse y en las últimas rendijas de visión, logra admirar a su gatita viendolo desde su ventana. Se ve tan tierna, tan enamorada, tan hecha para él, tan rosada que se confunde con los primeros rayos de sol, que salen detrás de ella.

Pdt1. No pregunten, la inspiración viene y se va, se vuelve a ir y regresa. Si saben como retenerla, avísenme.
Pdt2. Si alguién sabe de una chamba digna, regularmente remunerada y no tan cansada, también avíseme.

martes, 26 de octubre de 2010

Compañía

Cuando desaparece el mundo. Cuando las luces se van y sólo distinguimos lo que tenemos enfrente. Cuando los cuerpos están cansados y ya se han cumplido sus exigencias. Cuando el amor se encuentra presente en su máxima expresión. Me pregunto qué sería bueno para acompañar esos momentos. Qué detalle elevería la conección más especial entre los cables de dos corazones ¿Una bonita cara serviría? Dudo que pueda ser distinguida ¿Un bonito cuerpo haría comparsa? No porque los cuerpos se extinguen, como todo en este mundo ¿Alguien que diga bonitas palabras? Las palabras son lanzadas al espacio, para cualquiera que las oiga. Entonces, ¿Qué es eso que puede ser distinguido aún en la más oscuras tinieblas, qué jamás saldrá de nuestras mentes, que puede ser lanzado sólo para nosotros y que nos hace compañía cuando sólo existen las parejas? Una sonrisa, una bonita sonrisa ayudaría.

sábado, 9 de octubre de 2010

Te equivocaste

Te equivocaste de paradero
al bajarte en el mío
me hubieras mejor condenado
a largas noches de frío,
parado, esperando, rogando
suplicando que nunca llegaras,
porque la suerte anda rifando
en vez de amor, cosas raras.

Te equivocaste de canal
al sintonizar el mío
no ves que no hubo señal
y por dentro estaba vacío,
no ves que está todo mal
o acaso este sentimiento
por ser mágico e inusual
¿Tendría que ser eterno?

Te equivocaste de sueño
al acostarte conmigo
no dormías con tu dueño
sino con el enemigo,
que te quiere secuestrar
y en cama darte abrigo,
pero que no tiene espaldar
para también soñar contigo.

Te equivocaste y por ese error,
agradezco haberte conocido.

Pdt. Todos nos equivocamos, algunos más que otros. Pero no es mejor persona el que menos se equivoca, sino el que más perdona.

domingo, 3 de octubre de 2010

Lito y dos gatitas

El carisma encuentra sus límites en el camino a la galantería. Lito aprendió eso de Ray y el Duro. Si bien Ray era el más carismático de la promoción, no ganaba ni con la mitad de las chicas que lo hacía el Duro. Al principio pensó que simplemente se trataba de lo bien que te veías y vestías. Pero después de dos años dentro del grupo, empezó a entender otras cosas. Hay un status que cuidar, hay una imagen que formar y todo eso tiene que ser muy distinto de lo que en verdad eres. El Duro era chongero con sus patas y un caballero con las flacas. Sabía cuando desempeñar cada papel a diferencia de Ray, que no podía marcar ese límite.

Teniendo en cuenta esas variables, Lito comienza su travesía. Saca a bailar a una chica del grupo de las normales, las típicas compañeras de colegio que piden permiso hasta las tres o cuatro y que se van juntas a sus casas. Coquetean en la pista de baile unas tres canciones y Lito se sienta con ella. Entre brindis y salsas pegaditas, entre bromas y cortejos, se gana al grupo. Invita cigarros para quedar bien con los patas, saca más trago de la cocina -le quita la chela a los borrachos- para quedar bien con las flacas.

El efecto de la hierba y la concurrencia a la pista de baile comienzan a decaer. Perfecta coincidencia. Lito ya no necesita del carisma que el cannabis le brinda pues el alcohol ya hace estragos en la gente que comienza a abrazarse, reírse de todo, encerrarse en los baños. La ausencia de parejas bailando indica que el ritual ya terminó y es hora de hacerla con alguien. Algunos, como Míchel, prefieren pegarse toda la noche con la misma flaca, esperando ganar por cansancio. Pero esta no parece su noche. La chica a la que arribó, apenas le da piquitos y eso que le ha dado tanto trago que empieza a quedarse dormida.

El Oso, mañoso por excelencia, de tanto nalgear por aquí y por allá, se encuentra arrinconado por la chata Rosa y por una gorda que no recuerda en que momento tocó. Se maldice por dentro a la vez que intenta dejar de abrazarlas sin que se den cuenta. Tiene dos opciones, o se come el asco de su vida en la suite o prefiere optar por lo sano y quedarse chupando tranquilo. Aún no se decide. El Duro como siempre ya está en la escalera, con una flaca de ocho puntos en las piernas, esperando la orden para subir. Arrecha a la gente, sobretodo a las chicas que aún siguen pensando que llegarán a casa esa noche. Ray se encuentra pegado conversando en la puerta. Es tan bueno en eso que a la chica parecen interesarle sus palabras, lo que para él es una maldición. No encuentra ningún flanco para atacar.

Lito le apuesta al Duro y a la valentía del Oso. Decide empezar a chambear de verdad y se sienta de nuevo en su caja de chelas, para observar el panorama. Diez minutos más y no puede dejar de mirar a la primera chica de ese grupo con la que bailó. Le recuerda a su gatita, chiquita y agresiva pero sedada por el trago. Quiere avanzarle una vez, dos veces, el recuerdo de su minina le jode. Mira al Duro en la escalera y se imagina en su lugar con Pame, así se llama la que piensa, será su tigresa. Se para, se acerca hasta ella y le dice al oído que lo acompañe a comprar cigarros. Ella asiente rápido, como esperándolo.

La lleva de la mano hacia la puerta y en el camino ve al Oso tirado en un sillón, chapando con la chata Rosa y tocándole el culo a la gorda. Se hornean en marihuana. Pame se ríe y Lito la abraza para que no note su dengue. Caminan media cuadra y la tienda yace allí, aunque cerrada. Lito le propone ir a otra, pero ella le dice que está cansada y que quiere parar un rato. La vereda está sucia por lo que Lito se apoya en una pared, esperando a que Pame descanse donde quiera. Ella se rié y se deja caer sobre él, de espaldas. Lito sonríe para sí mismo y presiente que no extrañará a su gatita esta noche.

martes, 28 de septiembre de 2010

Los Olivos y tú merecen más

No es fácil describirse. Yo no puedo. El común de la gente que conozco, no puede. Por eso creo que casi nadie puede. Cuando se produce una situación que requiere dar a conocer un perfil mío, doy el de otros. O mejor dicho, digo lo que otros piensan de mí. Si la impresión al final es para otros, es justo que ellos brinden el veredicto. Entonces, ¿Cómo soy? Me han dicho enamoradizo, calculador, introvertido, picarón, cariñoso, terco, fastidioso, encantador -de serpientes, como Robert-, desordenado, sarcástico, mañoso y otras cosas más que no recuerdo, así que supongo que todo eso soy.

Nunca estuve disconforme con lo que era, nunca me pregunté si talvez podría ser mejor. Por algún extraño razonamiento, estaba seguro que dentro de mí se albergaban las semillas de todo y podría adaptarme a cualquier circunstancia, si era verdaderamente necesario. Pero estaba equivocado. Hay algo que no soy. Hay algo que me gustaría tener. Hay algo de lo que estoy muy lejos de ser: Confiable.

Será por mi pasado amoroso. Por haberme comportado como un verdadero imbécil tantas veces. Será por mi obsesión en mí mismo. Por ser un engreído, que al estar en desacuerdo con algo, lo considera malo. Será porque el exceso de sinceridad, suena mentiroso. Un poco de todo. Es triste darse cuenta que todo lo que puedes dar, a veces no es suficiente. Que quieres dar más y no puedes.

Estoy enamorado. Demasiado enamorado. Como chibolo. Estoy enamorado y quiero ser perfecto para ella. No para los demás, no para mi, para ella. De pronto me veo analizando mis más profundos deseos y veo que parecen imposibles. Sin embargo, esa es la naturaleza del amor, hacer lo imposible. Qué más real que querer hacer lo imposible por alguien a quien amas. Aún cuando eso implique dejar todo lo que dicen que eres, que además te gusta escuchar, para pasar a ser suyo.

Si no estas enamorado, dudo que me entiendas. Seguro pensarás que estoy mal, que cruzé la línea. Pero no existe línea más absurda, que la que encierra nuestro corazón y su forma. El mío es extraño. Es como un muñeco que produce desconfianza, por la ropa que viste, por lo que se dice de él. Parece contento, incluso sonríe a tu lado. Te abraza, te cuida, te quiere y es feliz estando contigo. Aunque en el fondo, desearía que olvidaras como se viste, confíes en él y luego sean como siempre. Sólo que esta vez, te sientas segura de que no te hará daño.

Pdt. Por si fuera poco, es tan díficil construir la confianza y tan fácil romperla.

martes, 21 de septiembre de 2010

Lito y las viajeras

Sentarse encima de la caja de chelas tiene sus beneficios. Tienes un panorama distinto al de los demás y tienen un panorama tuyo distinto también. Rompes la línea. Además cada chela nueva tiene que pasar por tus manos, lo que es muy conveniente, en especial cuando vas misio. Haciendo alguna pirueta agradable para abrirla, tienes bien ganadas tus rondas. Lito conoce el manual de memoria, pues lo único superior a sus ganas de fumar a todas horas, son sus ganas de ahorrar.

En el bolsillo lleva tres cajas de cigarros: Una pequeña de hamilton mentolado a la mitad, una grande de marlbolo rojo y un lucky intercambiable mediano, por si las moscas. Igual siempre termina comprando más a la mitad del tono. Intenta promediar un cigarro por cada dos botellas que abre con los dientes. Si le piden muchos cigarros, al punto de incomodarlo, saca la caja pequeña y argumenta que se le estan acabando, para no invitar a otros camarones como él.

Se encontraba tomando con Ray y tres amigos más, en media luna. A ellos no les podía negar cigarros, así que todos fumaban. Hablaban del éxito de su organización, de las muchas viajeras que habían asistido y de los condones en las paredes, un detallaso. Justo en ese momento, se desprende el primer condón de su lugar y vuela por encima de las parejas bailando. Las primeras chicas que llegaron al tono y pusieron cara de asco al verlos, de pronto lo consideran un globo más y empiezan a jugar con el. La casa grita y los demás condones empiezan a volar. Clímax, hora de actuar.

Ray saca dos cajas más de chelas, mientras Duro y el Oso son los premiados que hacen la chancha. Premiados porque no pondrán nada y además sacarán para sus bolsillos sus buenos soles. Lito los mira con envidia, ahí se van los cigarros que pensaba comprar pero no dice nada, sabe que ellos estuvieron mas atentos que él. Dejan las cajas en la sala y todos van a la cabina del Dj. Duro cambia de música, mira sus Cds grabados horas antes y lanza las melodías. El trabajo ya está hecho, el tono marcha bien, es hora de disfrutar. El Oso saca la hierba.

Arma la primera pipa con desesperación, bien taconeada para sentirla más. Todos fuman hasta atorarse, menos Ray y Lito que prefieren jalar suave para no rasparse la garganta. Han tenido malas experiencias. Se acaba rápido. Una ronda de cigarros para subirla, una chela que pasa con las justas y de vuelta al tono. Son cinco: Ray, el Oso, Duro, Míchel y Lito. Saben que sólo tres subirán a la suite. Saben que dos dormirán en la sala. Saben que todo está permitido.

...

Lito no sabe a que chica afanará. No es de los que apuntan a alguien y se obsesionan. Prefiere sumerjirse de lleno en un grupo y una vez allí, improvisar con lo que se tiene. Le ha funcionado poco más de la mitad de veces pero cree fielmente en su técnica. Renueva los cigarros, apaga el celular con tres llamadas perdidas de su gatita, se moja el pelo, pone su mejor sonrisa y comienza su búsqueda de una viajera- dícese de la chica que va de puerta en puerta, buscando quien la quiera, como díria el gran Frankie Ruiz-.

Lito y los cogoteros de la perú

La noche es fría, el viento corre fuerte, traspasa su chompa y lucha por hacer lo mismo con su piel. Lito se resiste, enciende un pucho para ganar calor aún sabiendo que cuando se acabe, el frío aumentará. Ve danzar el humo entre las corrientes de aire, eso le gusta, intenta hacer figuras torciendo la boca y la lengua, pero falla. Se pone la capucha para evitar ser víctima de los cogoteros de la perú, sin darse cuenta ya no puede girar la cabeza, y ya no puede ver si su flaca salió por la ventana a ver por donde se iba su enamorado.

No importa, confía en que siempre lo hace. Los cogoteros de la perú son todo un peligro, se acercan en grupo de cuatro o cinco, te levantan y te dejan más calato que vedette. El celular vibra, pero sacarlo sería como mostrarle carne a las hienas, así que Lito trata de ocultar su curiosidad por una llamada a la medianoche. En el micro se da cuenta que se trataba de sus patas mentiéndole presión para que deje a su flaca y vaya rápido al tono. Aunque ya está llendo, un remordimiento le invade el pecho. No sabe porque le miente a su gatita, si por costumbre o por el miedo a que saque las garras, que no se ha cortado en tres meses y que de seguro, intimidarían hasta a los avesados cogoteros.

El tono está en algo, la gente lo recontraputea por llegar tarde pero en unos minutos se les pasa. La casa es de Ray, quizás el más carismático de la promoción. Las paredes alternan condones inflados y figuras del pato donald, que quedaron del bautizo de la prima del local. Algunas luces se encuentran regadas por el techo, la mitad no funciona y amenaza con caerse y romper cabezas, pero nadie se da cuenta. En el cuarto de al lado se encuentra la cocina, debidamente vaceada y vuelta a llenar con cerveza, que piden directamente a la empresa para pagar menos. Entre ella y la sala disfrazada de pista de baile, debajo de la escalera, se ha armado una cabina para el Dj.

Después de estrechar manos y rozar mejillas, con la esperanza de robarle un beso a las más picadas, Lito se sienta en una caja de cervezas y observa el panorama. Hay un primer grupo de chicas medianamente bonitas, en su mayoría despechadas y hablando muy fuerte, para que los chicos las miren. Cerca de la puerta, tres de las chicas más bonitas de la promoción se toman fotos contorneando sus cuerpos hasta encontrar la posición que más resalte sus atributos. Cuatro amigas más, toman con desesperación, quieren emborracharse rápido y activar el tono, total esa es su misión o lo que la gente les ha hecho creer. Las demás y más normales tratan de bailar entre los vasos y botellas salpicados por el piso, desafiando los mísmisimos pasos de el gran chongo.

La casa de Ray tiene cuatro pisos ocupados por las distintas ramas de su familia. Lito se pregunta constantemente como hace su pata para armar esos bacanales en el primer piso y que nadie se despierte. En las últimas reus, cree haber encontrado la respuesta. La chela que de milagro nunca se acaba y que Ray saca para todos a menor precio porque dice que es de fábrica, en realidad la embotellan en su casa y la fábrica son en verdad su familia, que vieron en la venta al por mayor de cerveza, la forma de subsistir. Pero igual no se queja, la casa de su amigo ofrece algunas comodidades, difíciles de encontrar en otro lado.

En el último piso, se encuentra la llamada suite. Un sólo cuarto con tres camas, alineadas como en cuartel militar y con resortes altamente eficientes. De lunes a viernes allí duermen Ray y sus hermanos y hermanas; pero cuando hay fiestas ellos prefieren irse a dormir a la casa de su viejo, por la bulla. La suite espera a los sobrevivientes de la noche, los que soporten el ritual de mandar a dormir a casi toda la promoción para que su existencia siga siendo un secreto. La suite abre sus puertas a las parejas que no pueden acariciarse en el baño, porque tiene la chapa rota.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La primera tontería

Cuando creía conocer todas las respuestas, todas las alternativas y todas sus consecuencias. Cuando más temía volverme un ogro, cansado del mundo y de sus mismas vueltas de siempre, descubrí maravillosamente que sigo siendo el mismo ignorante de toda la vida.

Soy un ignorante feliz, desbordo alegría por los poros y la melancolía que yacía encerrada en mi pecho, se torna maravillosamente de colores. A mi cuerpo le resulta extraño este sentimiento pero creo que lo extrañaba. Es que hay una gran diferencia en las maneras de enamorarse: enamorarse por enamorarse y enamorarse bien, con todas las de la ley.

Todo comienza con un par de felices coincidencias, reaccionas extraño, te miran raro. Piensas en porqué reaccionas de la forma en que ya nunca pensaste que lo harías. Captas la indirecta del destino, te la quieres jugar y no puedes, hay una pared invisible que te contiene. Los sentimientos, dentro de estos límites, se pulen, se llenan de color, te preparan para lo que vendrá. Qué sería del amor sin esos límites, se expandería incontrolablemente, no tendría forma, quizás colapsaría. Por eso y a pesar de querer con todas tus fuerzas dar el siguiente paso, te frenas. Luego te das cuenta de que por primera vez, sientes que eres muy poca cosa, que no eres lo suficientemente perfecto para ella. La idealizas.

Una búrbuja se forma alrededor suyo, le oculta los defectos -que dudo alguna vez haya tenido- y la hace verse como la chica perfecta. Que sería de nosotros sin ese mecanismo de la naturaleza para contenternos. El amor te pone estúpído y en ese estado no quiero ni pensar en las tonterías que haríamos, sino fuera por el respeto que le tenemos por considerarla mejor persona de lo que jamás llegaríamos a ser. Se forma el "sí pero no", el sí quiero verla pero ¿y si ella no?, el me muero por demostrarle lo que siento pero ¿y si a ella no le gusta?

Cuando vuelves a tomar conciencia de ti mismo ya estas cagado, ya perdiste, te templaste y feo. No puedes hacer nada, sólo coger desesperado los trozitos de ilusión que aparecen de ves en cuando por tu vida y hacerlos tu esperanza para seguir. Sin embargo, nada de eso de importa, tú eres feliz con sus detalles o con su desprecio, cuando te mira o cuando finge no hacerlo.

Quién lo diría, tú el de la simpatía y el carisma, tú el de los guiños y las palabras coquetas -mami, linda, niña, demás diminutivos-, tú el que creías en el intercambio de pareja, tú que siempre tenías una amiga para esos días solitarios, tú el que no conoce lo que es un fin de semana en casa. Tú, no haz salido a ningún lado hoy sábado y no sabes el porqué. Pues yo te lo digo: Porque estás enamorado y este post es la primera tontería que haces.

Pdt1. La segunda tontería es haberlo publicado.
Pdt2. La tercera es llamarle a esto que es tan bonito tontería.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Nunca voy a olvidarte

Pocas cosas se mantienen intactas al paso del tiempo, las personas no formamos parte de ese grupo. No nos damos cuenta, nos gusta pensar que siempre estamos mejorando, limando asperezas de nuestra personalidad para ser mejores, cuando en realidad estamos siendo otra persona.

Yo era de llanto fácil, demasiado fácil. Si me proponía ponerme triste para escribir una carta de amor, esperaba a que mi mamá se durmiese para prender la radio a un volumen bajito en mi cuarto. Asociaba las canciones a recuerdos, cerraba los ojos y las lágrimas caían con la transparencia de alguien que las siente. En ese estado melancólico, cogía cualquier cuaderno y comenzaba a escribir en las últimas páginas, de atrás para adelante. No escribía ni de conflictos ni de odios, escribía de lo maravilloso que era estar enamorado a pesar de no ser correspondido.

Confiaba en todos y en todo, con frencuencia me decían que no debía confiar tanto en las personas y tan rápido; yo ponía mi mejor sonrisa, con los huequitos en los cachetes que cada vez se me notan menos, para decirles otra vez que no le cuenten mis cosas a nadie. Creo que por mi terquedad no lo hacían y eso alimentaba mi confianza. Sim embargo, en verdad no tenía porque no tenerla, yo no era malo y estaba convencido que no existía maldad en el mundo, sólo gente confundida a la que había que tenderles la mano.

No recuerdo cuando dejé de ser ese chico, cuando mis huequitos comenzaron a desaparecer. Echarle la culpa a momentos malos no serviría, de que los hubo, los hubo, pero debí ser más fuerte, debí escuchar más canciones y botar muchas más lágrimas para no ceder al paso del tiempo. Debí seguir creyendo en mí para no necesitar ser otras personas.

Cambié la melancolía por el reproche, la confianza por la sospecha. Hundí ese reproche en mi piel y me rehize de afuera hacia adentro. Cogí partes de todos lados, de sueños, de deseos, de admiraciones, de frustraciones, de imposibles y empujé con todas mis fuerzas, para que quedarán dentro de mi epidermis. Lógicamente hubo consecuencias, pasé por un periódo de timidez y por otro de tartamudeos sísmicos. Quiero creer que en la mezcla, no me olvidé de incluir algunas cosas mías, que me aten a la realidad, que me recuerden quien soy. Si fué así estos arranques de nostalgia, como el de hoy, son los salvavidas que planté, si me equivoco y no guardé pan para mayo, esto es locura.

Hoy me reencontré con las baladas de mi niñez, con Christian Castro y con Alejandro Sanz, autores de los dos únicos discos que habré escuchado más de mil veces. Me costó meterme en la música, no arrojé lágrimas pero hubieran instantes, con suerte segundos, en que volví a sentir que mi pecho no inhalaba el suficiente aire, que me ahogaba de amor. Y pude sentir allí, que la confianza y el amor que desbordaba de pequeño estaban relacionados. Ese vacío que se forma en el pecho no es otra cosa que la tensión que produce el confiar en el amor que llegará, que está llegando, a mostrarnos lo que nunca debímos dejar de ser. En mi caso, a abrirme de nuevo esos huequitos en los cachetes.

sábado, 11 de septiembre de 2010

martes, 7 de septiembre de 2010

Efectos


Efectos del dinero



Ganas ilimitadas de comer todo lo que se pueda comprar. De preferencia pequeñas cosas, para comer más y más variado.

Incontrolables deseos de tomar hasta el alcohol medicinal. No importa si es día de semana, feriado, si mañana hay examen o si estas castigado; la consigna es tomar a como de lugar, sólo hay una regla: Nunca sólo.

Moderadas ganas de no llegar a casa. Motivos variados.

Salir con alguna flaca. Con fichas, hasta el pollo gordo la hace.


Efectos del alcohol


No llegar a casa por ningún motivo.

Fumar como si no necesitaras del oxígeno para vivir, sólo del humo. De todas las formas posibles: Sin filtro, por la nariz, submarinos, con cajita de fósforo, de chicle o botellas de plástico (no incluir cannabis) y lo que la improvisación nos regale.

Comer en el estado más primitivo de la humanidad. Sin modales, sin cubiertos, el más fuerte comerá más, no importa si son sobras o si el huesito está chupado. Comer es la consinga y el que se ponga en frente, dese por muerto.

Ligar hasta con la hermana de tu pata. Las más borrachas primero, luego a las que hay que insistirles por un vaso, y ya al final las que por efectos del alcohol, se ven irreconociblemente bonitas.


Efectos del sueño


Uno sólo: dormir.

Dormir y todo lo que acarrea, que no es poco. No hay compromisos, ni deberes, ni clases, ni llamadas que valgan cuando de sueño se trata. Tienen que ser ocho horas, no menos y si se pueden más, bienvenidas.


Efectos del amor


Contrarrestar todos los demás efectos:

Ni toda la plata del cuy mágico equivale a la felicidad de verla reír, porque estas misio pero feliz. No puedes comprar el cariño de ella, de las demás si.

El tufo, el olor del cigarro, la arrechura, la sed, todo se va por arte de magia cuando tienes que pasar por inspección de la persona que amas. No querrás que se de cuenta de que sólo estas esperando que se vaya, para salir corriendo por mas trago.

Y para terminar...¿Qué es mejor que soñar con ella? Verla.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Feliz, feliz



Recibi un mensaje de la L. Es el segundo que me contesta después de casi dos años, no sé si ya me haya perdonado pero saber de ella me hace estar más tranquilo. De entre sus opiniones sobre algunos temas que le propuse, hubo una idea que me dejó colgado. Versaba sobre la felicidad de la que tantas veces le hablé. Me encaprichaba en que no la tenía pero que la buscaría por siempre, haciéndola mi única esperanza para seguir. Ella nunca me dió su punto de vista pero esta vez fue diferente, me dijo que la iba a encontrar en el camino mas no en la meta.

Tiene razón pero creo que yo también la tengo. ¿Al fin y al cabo se trata de ser felices no? Todo lo que hacemos, desde los instantes mas fugaces hasta la paz eterna, todo es por encontrar la felicidad. El bueno la encuentra en hacer feliz al resto, el malo en su felicidad a consta de otros. El bueno por querer ser más feliz, pasa a ser malo; el malo al compartir su dicha con alguien, se vuelve bueno. Nosotros, los mas humanos, los que tenemos las dos caras siempre al acecho, buscamos también la felicidad aunque de una manera más primitiva, como jugando a quien llega primero, si el bien o el mal.

Hasta la naturaleza disfrazó su único fin de reproducirse en algo parecido a la felicidad: el orgasmo. Es curioso como hacemos tanto, como invertimos y hasta apostamos todo por unos segunditos de feliz placer, que por cierto, bien valen su precio.

Entonces tiene razón la L porque cada momento cuenta. Cada oportunidad de sentir el "respirar de Dios" (guillero giacosa) la debería aprovechar al máximo, porque si me enfrazco en la tonta misión de ser feliz, no lo sería nunca. No hay felicidad perfecta, siempre estará rodeada de imperfecciones para no estancarnos, para seguir queriendo ser felices, para no perder esa chispa que nos separa de los dioses, porque para nosotros esa felicidad puede ser la última y para ellos no.

Sin embargo, no dejaré de pensar que yo también la tengo. Porque aunque la felicidad que yo busco sea como la esperanza de encontrar agua en el desierto, a veces eso es lo único que alimenta las ganas de volver a ver el mar. Soy un idealista, un caballero medieval, un creyente en el Olimpo y en el todopoderoso Inti Raymi. Como tal, estoy convencido de que vine aquí por algo o en busca de algo, y cuando lo encuentre seré feliz, esa felicidad será la prueba de que cumplí mi objetivo y por eso no puedo renunciar a mis ideales.

Ambos tenemos razón o quizás para ti, tu la tengas y yo no. Es curioso, ahora me doy cuenta de que siempre fuimos así, como lo dulce y lo salado, como lo natural y lo envasado, como lo frito y lo sancochado -mistura 2010,¡NO VAYAN!-. Pero creo que por esa misma razón, me enamoré de ti. Gracias L, por ese mensaje, que me salvó la vida de nuevo.

Pdt1. Una buena y una mala. La buena es que la proto-novela ya tiene nombre, se llamará Los límites del amor . La mala: Ya no habrán más capítulos por un tiempo. No puedo seguir escribiendola sin alejar primero todo lo que me ate a ella, para ser imparcial. Espero me entiendan y no se preocupen, que pronto regresará Toñito recargado.

Pdt2. Gracias a ti también Mía, por toda la paciencia.

Pdt3. Si me preguntan si soy feliz, la respuesta es por momentos.

viernes, 27 de agosto de 2010

Noshé

Soy una víctima de las circunstacias. Un pobre humano que ha tenido que ver reprimido su letargo al día y sus encantos a la noche. Culpa del gordo que hace mis días imposibles, del desayuno inexistente, de las tardes frías y oscuras, del cargo de conciencia de no hacer nada. En conclusion si son las dos, aún es temprano; sin son las tres, hay que apurarse; sólo si son las cuatro se puede dormir tranquilo uno.

A esta hora reinan los sonidos gruesos y fantasmales. Los ronquidos de las tres familias que viven en esta casa se juntan en uno sólo que es muy denso, que parece rasgar el aire. Las figuras, casi todas simples adornos, confabulan para formar ante mí duendes, diablos, marcianitos y demás espectros. Los sonidos le dan voces a las cosas que acaban de nacer. Me hacen retroceder, parece que se acercan. Busco el interruptor o mejor dicho aspiro a prenderlo con los puñetasos que le doy a la pared y menos mal se prende. Eran los juguetes del bebe (ni dormido puedes dejar de joderme). Parece que me escuchó y el gordo comienza a llorar, mamá sale a prepararle su leche, tengo que refugiarme en mi cuarto antes que descubra mis hábitos nocturnos.

La calle vista desde la ventana luce vacía, sin vida. Como extraño la de mi antiguo barrio, siempre con aquel borrachín tirado en la esquina, falto de un amigo que le reciba el vaso y que tantas veces quize ser yo. Prendo un cigarro y el aire se torna espeso, me he olvidado de abrir la ventana, pero hace frío y además el humo en el ambiente me gusta. Por un momento pienso en que la vida es como ese cigarro, adictiva por desear que nunca se acabe, para al final caer como tabaco que ya ha cumplido su función en el mundo. Se me quita el sueño, así que voy a la cocina por un té.

Mientras el agua calienta, examino con detenimiento que cosas han cambiado, con respecto de la noche anterior. Un filósofo antiguo decía que la vida, se podía a sí misma llamar vida mientras tengas algo que hacer, algo que esperar y alguien a quien amar. Tengo algo que hacer, mi té. Espero que salga mi DNI para poder trabajar dos meses e irme a conocer el Perú. Tengo alguien a quien amar pero no quiero hacerlo, por su bien. Saco un sobre filtrante, lo coloco en la taza con dos de azúcar, vierto el agua allí y dejo que penetre la esencia del té por diez minutos.

Tengo seiscientos segundos que no sé en donde invertir. Eso es más que el tiempo que me tomaría enviarle por internet una rima a la J, para que durmiera tranquila, como lo venía haciendo meses atrás pero que en realidad era sólo por presumir. A su vez, es menos que el tiempo que llevaría darme cuenta de lo solo que me siento, desde que no envío esos mensajes, por lo que termino no haciéndolo. Unas gotas de ron para darle sabor al té y se convirte en el afrodisiáco perfecto para dormir.

Ya en la cama, el sueño me invade casi instantáneamente. Sin embargo, el gordo vuelve a llorar y me despierta. Lo odio por unos segundos, luego me pongo los audifonos y escucho una salsa que me evoca momentos de purito despecho. Me imagino en un estrado, interpretando el tema como si fuese mío, robando los derechos de autor con el único fin de humillar a los que creo (injustamente) que me hicieron daño. Siento verguenza de mis pensamientos por lo que cambio de canción a una que me recuerda a mi hermano. Pienso en como se debe sentir cuando se despierta y no ve a sus padres ni a mí cuidándolo, haciendolo sentirse seguro. Comprendo el porqué de sus gritos despeserados y me maldigo por odiarlo.Me duermo para soñar con que apenas despierte, dirá "mano" por primera vez. Creo despertar temprano, pero en realidad son las doce, ni me cambio y voy a saludarlo, a él y a mi mamá.

No dice mano pero dice "noo...no she...noshé". Lo que a mi parecer, puede que por lo nebuloso de mi despertar, es igual a decir "noche". Entiendo el mensaje y me voy a dormir feliz una horita más. A los diez minutos me despierta jalándome los pelos y yo le vuelvo a tener la misma cólera de siempre, que desaparece cuando alza sus brazitos, por querer venir conmigo.

lunes, 23 de agosto de 2010

La M


M fue mi primer amor.

La conocí en el jardían, cuando ambos teníamos cuatro años. Yo ignoraba su existencia, no sabía quien era, sólo sabía que había una chica en mi salón que me acompañaba en todas las actuaciones. Dice M que fueron más, pero yo recuerdo tres escenarios bien claros. El primero ocurrió cuando ensayamos para bailar como cholitos para el día del campesino. Yo la pisaba con mis yanquis nuevos casi a propósito y ella corría con su mami a decirle algo al oído.

La segunda se daba a menudo, casi todos los días. Esperábamos un descuido de la profesora Daysi, agarrábamos la plastilina que sobraba y hacíamos culebras interminables con ella. Ganaba quien la hiciera más larga. Lógicamente mi piconería por no perder era inmensa, por lo que al primer anuncio de su victoria, yo cogía su culebrita por la mitad y la partía sin piedad alguna. Ella se resentía y no me hablaba hasta el día siguiente en que por milagro, se le olvidaba el atentado que había realizado en contra suya.

El último y el más claro recuerdo suyo que guardo fue en el día de la primavera. Fuímos elegidos como pareja: rey y reina. Paseamos en la parte trasera de un camión con todos nuestros demás amiguitos como súbditos. Yo estaba perfectamente enternado, con cuello rojo y una colita de las que ya no se usan. La M dejó a todos boquiabiertos con un vestido blanco, como de novia y un chaleco rojo que la diferenciaba de las demás reinas de otros grados. Recuerdo que cada uno tenía un cetro, los intercambiamos y rompí el suyo. No sé porque lo hize, supongo que me gustaba y quería llamar su atención de alguna forma, en ese momento me sentí una basura total aunque hoy todo eso me parezca cómico. Años después descubriría una foto en la que se nos ve agarraditos de la mano cual novios enamorados.

Luego le perdí el rastro. Sospecho que a esa edad uno no le sigue el rastro a nada. Sólo a sus papás y a sus juegos más alucinantes. Cuando comenzé la primaria, pasé al colegio Fe y Alegría. De ese año no guardo recuerdo alguno mas que el del día en que me dieron mi diploma al segundo puesto en aprovechamiento y conducta (pa' que vean). Al año siguiente una niña muy chiquita, que llevaba pelo corto y lentes, pero con una carita absolutamente adorable, era presentada como alumna nueva. Creo que me gustó desde ese momento, era tan linda, tan risueña, casi sacada de un cuento de hadas.

Sólo sabía que se llamaba M y se apellidaba Pastor. Eso en definitiva, debió ser acto del destino, porque yo era Polanco, el número treinta y uno de la lista de alumnos, mientras ella me precedía con el número treinta. Y como en el colegio, todo se hace por lista, casi siempre terminabamos en los mismos grupos. Pero en ocasiones, no era así. Habían veces en que yo maldecía al destino, lo recontraputeaba porque por azares el grupo justo acababa en el número treinta y no podía estar en el suyo. Peor era cuando el trabajo se daba en parejas y nadie faltaba, lo que ocasinaba que me tocará hacer grupo con el treinta y dos, mas no con la treinta. Yo fingía que nada pasaba, aunque en realidad sólo rezaba para que la siguiente ves, me tocara hacer grupo con ella.

Una vez conversando me dijo -yo te conozco- a lo que yo respondí sudando por el nerviosismo de hablarle -de ónde- del San Silvestre pues Anthony, que ya te olvidaste de mi- Mis ojos se abrieron como los de un muerto resucitado y una luz se apoderó de ellos. Al acabar las clases fui corriendo a mi casa, abrí el albúm de recuerdos que tenía mi mami y en efecto, era ella. Saqué una foto de aquel de día de la primavera, la escondí con cuidado para que mi mamá no se diera cuenta del hurto, le puse en la parte de atrás un "me gustas" y al día siguiente, se lo di.

Fué el primero de muchos mensajes que le envié los cinco años más que duró la primaria. Comenzaron siendo pequeños mensajes, luego fragmentos de canciones, más tarde historias de amor y ya más grandecito, poemas. Nunca se los daba directamente, me daba roche. A veces mi amigo Misael se los daba, otras veces esperaba pacientemente a que la M saliera al recreo para pasar por su asiento y en un rápido movimiento de manos, meter el papelito en su mochila. Nunca me respondía ninguno, pero no me importaba, yo era feliz escribiendole a la M y creo que ella también lo era cuando los recibía.

En cuarto grado nos volvímos grandes amiguitos. Tantas coimas para compartir grupo con ella dieron resultado. Salíamos juntos al recreo y volvíamos por distintas escaleras, para que los demás no nos molesten. Compartíamos los panes que a ella le mandaban y lo que yo compraba en la tiendita. Esos momentos eran los más felices del día. En la salida, a veces lograba hacer maniobras para casualmente encontrarme con ella y ofrecerme en acompañarla a su casa. Le llevaba la mochila y le compraba un cañonazo, argumentando que se me había antojado uno. Y aunque ella vivía al frente del colegio nomás, esa cuadra que caminabamos la hacíamos tan lenta que a veces su mamá nos esperaba impaciente en su puerta, pero como me conocía y me tenía confianza, no le decía nada. Luego volvía a mi casa ocho cuadras más abajo con la mirada en el piso, no de tímido sino que de estar pensando mucho en ella, mi cabeza solita se ponía en esa dirección. Con el tiempo, pude corregir ese mal hábito.

Estudiábamos en la tarde, de una a seis. Dos de los cinco días de la semana, pasaba la mañana en su casa. Inventabamos cualquier tarea, cualquier excusa para compartir ese tiempo juntos. Yo lo hacía porque la quería, la amaba; no sabía porque la M lo hacía, aunque muy dentro mío, quería creer que ella compartía mis sentimientos. Acabábamos la tarea, jugabamos voley o lo que fuese y almorzabamos, su mamá me invitaba comida, cocinaba muy rico mi antigua suegrita. Luego volaba a mi casa a cambiarme y alistar la mochila en tiempo record, para llegar al colegio a escribirle más cartas de amor.

Aquí tengo el primer y más grande vacío mental de mi vida. Llevo conmigo una imagen grabada, no sé si pertenece a la realidad o a un sueño. Al principio estuve seguro que fue un sueño pero con el tiempo, la idea me gustó tanto, el sueño logró ser tan perfecto que se transformó poco a poco en realidad, hasta el día de hoy en que tengo los dos escenarios totalmente mezclados e irreconocibles. Estamos ambos en su cuarto, en un pequeño escritorio color rosa. De repente me agarra el sueño y me echo no sé con que valor en sus piernas, al principio ella no se inmuta hasta que comienza a sobarme la cabeza. Pasa mi cabello por entre sus dedos y me pregunta si me gusta, a lo que respondo que no. Luego me dice -entonces que quieres- le digo - ímaginate que quiero- y ella me da un beso.

A raíz de eso nos comenzamos a alejar, al punto de que el sexto grado lo pasamos casi como dos desconocidos (otra razón para pensar que ese escenario ocurrió en realidad). Yo aún le seguía enviando cartas y cuando me di cuenta, todo el salón ya sabía que me gustaba la M. La quería con todas mis fuerzas, quería estar con ella y decidí decirle todo lo que sentía, para variar, en una carta. Casi acabando el año le propuse jugar al amigo secreto, sólo los dos. El intercambio de regalos fue en su casa pero con la condición de que leeríamos las cartas en cuartos separados: Yo en la sala, ella en su habitación. La mía contenía un declaración de amor larguísima, con infinitos argumentos; la suya apenas tenía unas líneas y venía acompañada de un peluche celeste que hasta hoy conservo.

Lo que sucedió después fue que todo siguió como hasta ese momento. Su carta no dijo nada nuevo, que me quería mucho, que era su mejor amigo, pero sólo eso. Me sentí decepcionado y aún así no pude negarme a seguir siendo su amigo.

Unos días antes de la clausura del año, ella hizo su primera comunión. Hubo una reunión en su casa en la que fui yo el único del colegio que se hizo presente. Se quedaron los mayores abajo y subimos a su casa en el tercer piso, junto con su prima. Nos habíamos metido varios brindis y decídimos jugar botella borracha. Yo sólo quería besar a la M, se veía hermosa con ese vestido blanco. Su prima sopesando mis sentimientos nos encargó besarnos, pero la M no quizo, no del todo. Fue una media luna que me hizo feliz. Luego ella se vengó mandandome a besar a su prima. Pensé el cómo era posible eso, con que valor me obligaba a eso si es que acaso sentía algo por mi. Me enfurecí y besé a su prima como sólo lo había hecho con la K. La M se fue y me quede pegado con su prima una media hora.

El día de la fiesta de promoción, no fui, no tuve el valor para hacerlo. Sabía que me iba a cambiar de colegio y aunque toda mi voluntad deseaba quedarse con ella, mi mamá así lo había decidido. No quería verle la cara y decirle adiós, alegué que no habíamos comprado los bocaditos que pidieron en la reunión y me quede en casa. Sin embargo, mi mamá conocía la verdad, que lo hacía por la M y aún así no me insistió en ir. Odie al mundo toda la noche, todas las vacaciones.

...

En cuarto de secundaria la volví a ver, gracias a otra prima de ella que me pasó su correo y quedamos en vernos una tarde. Apenas nos distinguimos a lo lejos, corrímos y nos abrazamos. Luego le invité una pizza mientras conversabamos como los niños, que en el fondo sabíamos que todavía eramos.

...

Un año después me confesó que yo también le gustaba en el pasado, solo que era muy tímida como para aceptarlo.

...

Ahora la veo cada cierto tiempo. Ella me considera su mejor amigo. Yo ya no la amo, pero sé que si la frecuento mucho, corro el riesgo de enamorarme de nuevo, por eso no lo hago. Pero tampoco puedo dejar de verla, así que la veo masomenos dos veces seguidas, cada cierta cantidad de meses. Una vez excedí el límite y casi me enamoro, no lo volveré a hacer de nuevo.

...

Estoy seguro que la amé como no he amado a nadie más. Con una inocencia y pasión que nunca más mostraré, porque ella me conoció en mi estado más puro, lejos de toda esa nube gris que me cubre ahora. El que diga que estoy equivocado, que a esa edad no se puede amar de verdad, es el ignorante más grande del mundo, si eso no es amor... entonces simplemente el amor no existe.


"A ti M, que puedes sacar lo mejor de mí con sólo desearlo".


Pdt. Vi a la M hace dos meses, le enseñé calculo y ella me preparó una mazamorra. Fue como siempre, maravilloso.

jueves, 19 de agosto de 2010

Capítulo 3: Aquel arcoiris

Aquel arcoiris

Ya está decidido. Yo no lo podría explicar mejor, así que se le encomendará esta tercera parte a Toñito, nuestro entrañable protagonista, que por estos días no tiene nada mejor que hacer. Él tiene un estilo un poco más romántico, le sugerí que lo dejará de lado un poco, que a la gente le gusta la cochinada, ojalá me haga caso. Pero en fin, veremos pes...de lo que este calichín es capaz.


¿Que es esto? una historia

nada más lejos de la verdad.

Esto es una paranoia

con serias crisis de identidad.

Debido a las ocurrencias

de un escritor de mentiras

pues de los secretos develados

difícilmente uno se fía;

pero ya se comenzó el trabajo,

ahora que hay que terminarlo

como buen producto peruano

bueno, bonito y barato.


Esta etapa se llamará

tiempo de adaptación,

al igual que se adapta el mar

a no morir de insolación.

Sucede que Susi y yo comenzamos

a vernos con devoción

con la cautela del que ha robado

de los amantes, su pasión.

Yo la silbaba y ella decía

cinco minutos, tal vez dos

espérame en la esquina

que no nos vea ese señor.


Cómo cantaban los grillos

cómo entonaban nuestra canción

cantada de oído a oído

con un abrazo como telón,

quizás por eso entendías

mi propio lenguaje de amor

ese de rimas y caricias

juegos, encanto y dolor.


Y aunque todo fue tan repentino,

como decir que no nos gustó

conocer el cielo, ese limbo

en el garaje de mi portón.

Sentir que el resultado,

de uno mas uno no es dos,

sino es de uno elevado

a la potencia del corazón.



Como olvidar ese día

caminando por la playa

yo faltando a filosofía

tu la pera te tirabas.

Con algo de ropa menos

pero el alma bien abrigada,

hicimos un juramento

ante el sol y aguas saladas:

"Las dudas te arrancaré

diciendo, para ser mía,

que yo siempre te querré

más que a mi propia vida".


También tuvo su lugar

un discurso en un parque,

sabiendo que me iba a mudar

de ti lejos, es cualquier parte:

Me llamo Antonio Polanco

y me dicen Toño de cariño,

mi mamá me dará un hermano

por él dejaré a mis amigos.

No tengo mucho dinero

y este lompa me queda chico,

tomo debes en cuando

y sueño con hacerme rico.

Aún no he logrado nada

pero si así lo quiere el destino,

yo lo esperaré con ansias

con Susan, tu eres mi camino.



Ya es momento de decir

que no todo fue color rosa,

como si un beso pedir,

acaso no fuera pedir limosna.

No nos llevabamos bien

pero eramos muy unidos,

no nos conocíamos bien

y discutíamos seguido.

Ni en la fecha de aniversario

nos pudimos poner de acuerdo

ella fingía olvidarse,

y yo intentaba no hacerlo.



Cuatro meses después

decidimos pactar un día

y comenzar otra ves,

poner los meses en fila.

El elegido fué el díez

sinónimo de alegría,

de la camiseta de Andrés

Iniesta y su bulería.

Desde aquel día nupcial

ese fue nuestro aniversario,

diez es la base décimal

diez son los dedos de las manos.



Un mes después y contando

llegó la primera celebración:

los dos sin un sólo centavo

nos bastábamos con amor.

Eran las seis y cuarenta

jamás lo podré olvidar

ahí donde se esconden estrellas

un arcoiris fue a parar.

Qué pudo esa magia significar

que nuestros lazos serían eternos

o fue un duende que quizo pintar

en ese paisaje, sus miedos.

Nunca lo sabré pero presiento

que fué el único y el primero.



Ahora les contaré un secreto

yo llevo una maldición conmigo

la de aquel perro resentido

que muerde sin ningún motivo.

Creo que estaba enamorado

y por eso fue todo el castigo

desde el día en que por enfado

mis labios a otros besaron.


Continuará...

Pdt1. Deseénme suerte en mi primera misión como ciudadano mayor de edad: Encontrar chamba.


jueves, 12 de agosto de 2010

Te contaré un secreto


Te contaré un secreto, no me siento bien.

Es la segunda semana que paso en casa, supuestamente sin hacer nada. Y cuando no haces nada, sueles pensar mucho, por lo general en tonterías acerca de ti. He querido averiguar que tan feliz soy en mi exilio. La verdad, no me gustó lo que encontré.

Me levanto muy, muy tarde y aún así tengo ganas de seguir durmiendo. Son las once pero mi mamá me obliga a abandonar a morfeo. En secreto deseo que se vaya a trabajar, sonará cruel pero qué quieren que haga, es mi naturaleza. Me encanta vivir sólo, quisiera despertar después del mediodía, comer en la computadora, traer a la señorita que yo desee a mi casa, leer y escribir, salir cuando me aburra y llegar a la hora que quiera, a sabiendas que nadie me controla. Cuando supero estos odios me doy cuenta de que ella y el bebe ya han desayunado, me podrían haber dejado algo pero no, en castigo a mi pesado sueño (ahora dormir esta mal), sólo me han dejado platos que lavar. Definitivamente hasta aquí, no he sido feliz.

-Mami que esperas para ir donde la abuelita, nosotros no podemos con el gordo- No vamos a ir, todos están enfermos por allá, ni lo pienses y si te quieres ir, lárgate- Nunca desayuno, ya se me hizo costumbre, creo que si desayunara sería felíz, con sólo probar un juguito de naranja recién exprimido, con pan con jamón, con tamalitos, con salchicha, con lo que sea. Pero estoy resignado, la única manera de hacerlo, sería volver a la casa de mi abuelita, quiero extrañarla y no puedo, Mía me lo tiene prohibido.

La casa a cargo de dos personas se vuelve extenuante, más aún cuando hay un niño de nueve meses que cuidar y encima, otro en camino. Nos turnamos las tareas domésticas y el cuidar al niño, con mi mami. Yo pienso que el perdedor se queda con el niño, no sé que piense ella. No me malinterpreten, si lo quiero, lo amo, pero eso no conlleva que lo soporte ni que amé más su compañía (ni la de nadie) que a mi soledad en las mañanas. Barrer no me hace feliz, ir a hacer las compras tampoco, sólo la música que pongo de fondo me hace un poquito feliz, pero creo que hasta poco antes del almuerzo, esa felicidad no es suficiente.

Nos turnamos para comer, eso no me hace feliz. Qué sentido tiene cocinar si vas a comer sólo, es absurdo. Menos mal que el bebe se duerme, mi mamá hace lo mismo, agotada. Yo me voy a mi cuarto a leer por fin en paz, luego a la computadora, también con algo de paz, creo que soy medianamente feliz. No quiero salir, no me gusta salir a estas horas de mi casa. Prefiero salir muy temprano y estar todo el día en la calle, haciendo cualquiero cosa, eso me hace feliz pero por ahora no lo puedo hacer, no me darían ni el dinero ni mi conciencia me dejaría tranquilo por dejar a mi mamá sóla.

Cuando está por acabar la tarde recuerdo que tengo enamorada. Es curioso esto, quizás sea una señal, eso me haría feliz. Desde que acabé el colegio, todas mis chicas recibieron migajas de mí, no tenía mucho tiempo y por eso las veía una vez a la semana como mucho. Ahora que me sobra el tiempo, es ella la que no tiene el tiempo para mí, o no se lo dan, o no lo quiere pedir, o no me lo quiere dar. Dice que no nos veremos hasta el domingo, me frustro al principio pero luego veo comicidad en todo esto, soy feliz riéndome de mí mismo.

Aunque no quiero salir, siempre termino saliendo, creo que es costumbre. Sería un tanto más feliz si estuvieran bien mis audífonos y pudiera escuchar música en los micros, pero no lo están y creo que nunca tendré el tiempo (ni el dinero) para buscar unos nuevos, así que esa felicidad no creo que vuelva. Llego lo más tarde que puedo, como rico mientras veo al fondo hay sitio y creo que soy feliz. Me toca lavar los platos, no lo soy más. Entro a la computadora y me transformo en otra persona. Tengo la música que deseo, hablo con quien quiero, leo lo que puedo, escribo si inspiración encuentro; todo está dentro de las cosas que me agradan, soy feliz. Me acuesto muy tarde, tengo miedo de recorrer el pasillo que hay entre esta habitación y mi cuarto, creo que por eso me desvelo tanto. A poco más de las tres me voy a dormir, me quito la ropa, tengo frío. Me abrigo con muchas sábanas, soy feliz nuevamente y por lo menos duermo feliz.

Pdt. Muy pronto en sus kioscos, el capítulo tres de mi primer intento de novela: Aquel arcoiris.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Capítulo 2: Los secretos nos matarán

Los secretos nos matarán


Caminaban Toño, Alex y Julio, junto con cuatro amigos más. Caminaban buscando un motivo para ser felices, sólo por una tarde.

A veces lo encontraban. En las interminables caminatas, en la filosofía popular, en el huesito del mercado, en el gol de media cancha, en la china que encontraban, en la apuesta que ganaban, en las gotas que del cielo caían, en los globos que en carnavales llegaban al blanco, en los cohetes que a los vecinos despertaban, en los besos y caricias que soñaban con dar algún día.

Alex era discreto, quería dar la impresión de líder, seguro y serio. Su buen tino para saber cuando hablar se fue convirtiendo con los años en la chispa que invita a otros a unírsele, que hace sentirse seguro a los que lo rodean. Era el mejor jugando fulbito, todos lo reconocían. Pero el vicio de sentirse superior a veces le jugaba malas pasadas, lanzaba comentarios hirientes que hacían orificios llenos de odio, en los que los recibían. Se acumulaban y al final se descargaban en riñas dentro del grupo que (milagrosamente), no producían resentimientos a futuro. También fué el más dotado con habilidades físicas del grupo: buen bailarían, buen deportista, buena coordinación para los juegos de manos. Sólo tenía un gran defecto, nunca podía hacer caso de un buen consejo de un amigo, sólo fingía escucharlo.

....

A pesar que desde ese primer beso, Toño había roto el pacto de fidelidad que inconsientemente se hace al empezar una relación, no lo sentía así. Cómo ser fiel a quién no amas, cómo lamentarse por algo que te hace sentir tan bien, se preguntaba a sí mismo mientras perpetuaba la infidelidad. Averiguó el correo de Susi y desde ese escenario supo planear con éxito sus siguientes aventuras. Al igual que él, Susan lejos de sentirse mal, se contentaba con este romance, la hacía sentir superior, por fin había entrando a las grandes ligas. En un principio sólo lo hizo por pasar un buen rato, pero cuando se decidió examinarse a sí misma, había nacido en ella un sentimiento de necesidad hacia Toño.

A diferencia de Anahí, Susi aceptaba con complicidad las caricias más exóticas que su amante podía darle. Cada nueva cita era una nueva aventura en un terreno desconocido para ella. Ya no sólo le pertenecía a Toño su boca, sino también su cuello, sus piernas y su cintura. Cada día también pensaba que ya era suficiente, que no podía llegar más lejos en tan sólo un juego, pero a la hora del encuentro, el camino que su cuerpo le hacía a los labios de Toño, era tan perfecto que no podía decirle que no, por más que lo intentara. Cuando terminaba el encuentro y ya su figura se había mancillado por esa traviesa lengua, se alojaba en su corazón el miedo que todo eso se acabara; porque la mayor virtud de Toño no eran sus besos, sino la manera en que llegaba hasta ellos. Ella quería más de eso y en secreto, estaba dispuesta a luchar.

Con ese pensamiento presente, decidieron ir un día al cine. La manera en que subían la escalera automática: abrazados y mirándose a los ojos, era más la de una pareja que la de unos chicos jugando a querese. No sentían culpa alguna en mostrarse, mas bien nacía una necesidad de mostrarse. Compraron las entradas y fueron, sin dejar de abrazarse en ningún momento, a la sala. Cuando las luces se apagaron, Susan lo cogió fuerte del pecho, lo obligó a mirarla a los ojos y le dijo:

-Susan: Toño, esto es lo más lejos que puedo llegar contigo.
-Toño: Jaaa, ¿Qué alas?
-Susan: Aishh, no te hagas.
-Toño: Entonces, tu quieres que tu y yo...¿estemos juntos?
-Susan: Si.
-Toño: Pucha Susi, yo también te quiero, adoro cuando estoy contigo, me siento diferente pero hay algo...
-Susan: ...
-Toño: Olvídalo, será así entonces, seremos enamorados.
-Susan: ¿En serio?
-Toño: Claro.
-Susan: Ayyy te quiero, te quiero, te quiero.
-Toño: Yo más linda, yo más.

Un abrazo selló el pacto. Toño presentía que algo así terminaría sucediendo y aunque pensaba que ante esta situación, diría que no, terminó cediendo. No supo bien el cómo, pero la manera en cómo Susi lo miró, las palabras que dijo, fué como si ella lo hubiera pensado miles de veces hasta encontrar las palabras justas y él, ante tanto empeño, no pudo decir no.

Ya que con el panorama claro y un futuro prometedor, no había más caricias que ocultar. Seguido del desbordante beso, se acomodaron en un solo asiento para hacer más fácil el contacto. Ella, con predisposición a lo que pasaría, llevaba minifalda, de esas que tientan a explorar sus más oscuras cavernas. Toño sabía que Susi, pase lo que pase, no diría que no; así que después de apachurrar esos muslos agraciados, subió sus manos hasta anclar en un nuevo mar. Al mismo tiempo le preguntaba al oído si deseba que continuara, ella más por desgaste y por no querer perder concentración, asentuaba. Todo fue descubierto aquella tarde, sólo se detuvieron cuando se sintieron tan límitados por el siento que fueron al pasillo en busca de más espacio. Mientras Toño la cargaba e intentaba despojarla de lo que le quedaba de piel virgen, una cuidadora del cine los pilló. Se acomodaron la ropa y se fueron, riéndose.

....

Las cartas se hallaban sobre la mesa. Toño no podía volver a ver a Susi sin antes terminar con Anahí. Se pasó varios días pensando en la manera más noble de hacerlo, aunque en verdad no existen maneras nobles cuando se trata de destrozar corazones. Por ese entonces, su vecina Luz le había vuelto a hablar por messenger y se insinuaba para que él la invitase a su casa. Ovbiamente la confianza de Toño se encontraba experimentando nuevos límites, por lo que no dudó y la invitó un sábado de madrugada.

Luz y Anahí habían sido mejores amigas por años. Habían compartido peinados, gustos por chicos, malas y buenas notas, sus primeros tragos, entre otras cosas. Parecía que nunca se separarían, hasta que un día, de la noche a la mañana dejaron de hablarse. Corrió el rumor de que se separaron porque a ambas les gustaba Alex y sólo Anahí estuvo con él. En fin, eran rumores. Cuando Toño vió la oportunidad de tener algo nuevamente con Luz, tuvo la visión de que indirectamente, ella le contaría a su ex-mejor amiga lo ocurrido, para verla sufrir. Pero esa era la excusa que necesitaba para deshacerse de ella, sólo tenía que actuar un poco, hacerse la víctima y mentir hasta el cansancio.

A las dos de la mañana, del sábado para el domingo, Toño subió al techo, le pasó una escalera a Luz y la ayudó a llegar a su casa. Ella ya conocía el manual, bajar con cuidado, hacerle cariñito al perro de la casa Chock, ir directamente al cuarto de su vecino, quedarse ahí y esperarlo. Se echaron y como hacía un par de años, comenzaron a hablar como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo este tiempo no hubieran dejado de ser amigos. Sin embargo, ambos sabían que todo era una farsa. El único objetivo de esa visita era terminar revolcándose un rato. Fingieron dormir cara a cara y fue allí cuando Toño le arrancó un beso. Ella comenzó a morderle los labios a lo que él se reía y le decía al oído que había aprendido bastante en ese tiempo. Se besaron por quince minutos, luego Luz se fue y ambos en sus casas sonreían, pensando en un trabajo bien hecho, aunque no por ello desagradable.

Lo demás era sólo esperar. A los pocos días Anahí fué a la casa de Toño, le pidió que bajase y llamó también a Luz. Habló primero con Toño, le dijo lo que su antigua amiguita había estado comentando en clase y le pidió que por favor, lo negase. Él alegó que todo era mentira a lo que ella respondió que entonces le dijera a Luz, en presencia de ella, porqué había dicho eso. Anahí pensó que así dejaría muy mal parada a Luz. Pero cuando se confrontaron los tres, ella se reafirmó en su posición a lo que Toño reaccionó poniendo la cara más avergonzada que tenía, como aceptando el crimen.
Anahí se fué casi llorando, su chico la siguió y después de mucha palabrería, consiguió que le creyese. Esa en un principio no era la idea, pero Toño era mucho mejor improvisando que planeando y en transcurso de los hechos, vió que podía ganar algo más. Cuando todo parecía volver a su cauce, repentinamente Anahí escuchó de los labios de su amado que ya no quería seguir más con ella. Decía que no podía seguir con alguien que desconfiara así de él, que se sentía traicionado. Ella no lo podía creer, la tortilla no sólo se había volteado, se había quemado. Odió con todas sus fuerzas a Luz, en su mente ella era la culpable de todo. Ni siquiera sospechaba que ese chico que estaba a su frente, llorándole era la verdadera mente malvada tras ese plan. No quizo terminar con Toño, pero sus argumentos eran irreprochables, antes de irse porque ya era tarde, dijo que esto no terminaría así. Toño le pidió un último beso y fue allí, dónde se olvido de todo el rollo del cambio y por primera vez, acarició esas partes que tantas veces quizo tocar pero no se atrevió.

Ahora estaba con Susan, la chica que lo llenaba física y mentalmente. Se sentía un ganador en todos los aspectos. No se imaginaba, ni por casualidad, que tiempo después, las terminaría pagando todas.

Continuará...

Pdt1. Mil disculpas a los que se han enganchado con la historia (espero que sean muchos), si es que esta demora en publicarse. No es tan fácil como pensaba hacer un intento de novela, pero ahí vamos.
Pdt2. A los que se sientan aludidos, no me odien o mejor dicho odienme poco... ya está bien, odienme, pero no para siempre.
Pdt3. Gracias Mía, por permitirme y aguantarme tantas cosas, sobre todo esta historia. Eso te hace mejor persona, mejor de lo que yo puedo aspirar a ser. Gracias.

domingo, 8 de agosto de 2010

Capítulo 1 : Algo a cambio de nada

Algo a cambio de nada


Toño era tímido aunque luchaba por no serlo. Pero el número de enamoradas, agarres y encontrones que había tenido hasta sus diecisiete años decía lo contrario. El no lo sabía, pensaba que las chicas lo encontraban misteriosamente atractivo, la verdad era que de todas, el no había enamorado a ninguna, todas se habían enamorado de él. Pasaba que estaba con una y como supuestamente se hallaba comprometido, las chicas se le acercaban más, se hacían sus amigas; luego su inconciente buscaba algo en ellas que su enamorada no tenía, una vez que lo encontraba lo usaba de excusa para terminarla y dedicarse a conquistar a la nueva chica, que desde su inmadurez, era mejor que la anterior. Toño creía que las enamoraba porque esa estrategia, que sin imaginar aplicaba, nunca fallaba. Pero lo que en realidad sucedía era que su amiga ya se había enamorado de él, por la imagen que daba de enamorado perfecto, detallista y amoroso, cosa que a ella le faltaba y que pensaba, Toño podía darle.

Así consiguió a Anahí, dos años menor que él, algo rayada pero con unos atributos que borraban cualquier defecto que pudiese tener (para quien la viese por detrás). Toño estaba en la universidad, ella en el colegio, lo que no les permitía verse como sería ideal en una pareja de su edad. También tenían maneras distintas de pasar el rato juntos. A anahí le encantaba caminar, horas de horas si era posible. Él pensaba que el único beneficio de hacer ese trabajo extenuante, era el de encontrar una buena banca, caleta, cómoda y limpia, para poder acurrucarse como es debido. Ella encontraba en el beso la culminación de algo, generalmente de un buen rato de conversación, era como la ceresa del pastel. Para Toño los besos eran el inicio de algo, que debía obligatoriamente terminar en caricias bajo la ropa o si se podía algo más.

Por ese contraste de pasatiempos, no se llevaban muy bien. Su rutina era verse, saludarse con un beso cumplidor, ponerse a caminar hasta que él la convenciese de sentarse en algún parque, hablar como viejas chismosas (en realidad ella hablaba y él escuchaba), agarrar un par de veces y despedirse. Al principio no fue así, Toño ideaba mil cumplidos para decirsélos de tal forma que lo mínimo que pudiese hacer ella, para agradecerle, era darle un beso calentón. Ya mezclándose los sabores y cuando él se disponía a acariciar ese magnífico atributo que Anahí poseía, de pronto la miraba y pensaba en cuántos otros habían hecho lo mismo, por palpas esas nalgas. Entonces bajaba la cabeza, pensaba en su tarea o en el fútbol para quitarse la arrechura, porque quería ser diferente, siempre quizo ser diferente y ahora estaba ante la oportunidad perfecta de demostrárlo. Fue de esa forma que poco a poco perdió las ganas de ponerle empeño a la relación, aunque en lo único que se empeñaba de verdad era en disimular su ya de antemano derrota con frases como: "Yo nunca te tocaría", "Si no te quisiera, no me portaría así contigo", "Me haz cambiado", lo que a ella le fascinaba y la enamoraba cada día más.

Por sus estudios, Toño no podía entablar una gran amistad con alguna chica, al nivel de que esta se termine enamorando de él . Eso desbarataba su todavía desconocida , estrategia de amor. No tenía ninguna mejor oferta, así que seguir con Anahí era, de algún extraño modo, su única opción.

Tampoco en su barrio podía aspirar a nada, las chicas bonitas escaseaban. Aunque había tenido hace algún tiempo unos afaires con Luz, la vecina de al lado. Fué la típica relación que nace entre chicos que viven tan cerca, con conversaciones en la ventana, por el chat, llamados con silbídos como códigos y pasándose la voz tirando piedritas de cuarto en cuarto. Así de la nada y aprovechando que ambos vivían en el cuarto piso de sus respectivas casas, comenzaron a trepar e invadiar hogar ajeno, turnándose las visitas. Nunca pasaba nada, eran sólo buenos amigos. Hasta que una noche y mientras dormían en la cama de Toño, este se molestó por la acusasión de que respiraba muy fuerte, obtando por la venganza en un beso. La noche lo traicionó y quizo propasarse, ella siendo menor que él, no aceptó otras insinuasiones, de carácter más pasional. Dejaron de frecuentarse, rehuyendo esa amistad en el olvido.

Un detalle que faltaba, Luz había sido mejor amiga de Anahí, por estudiar en el mismo salón y muchos gustos en común. Sin embargo ya no lo eran, ¿El por qué? Clásicas peleas de amigas, que sólo ellas entienden. Morbosamente Toño había disfrutado de las dos, lo que sabía en un futuro, podía serle útil.

....

A pesar de que a Toño le encantaba estar en su casa, casi nunca paraba allí. Lo hacía para extrañarla más y que al volver, su estancia sea más agradable. Tenía todo lo que un chico de su edad desearía: Un piso para él sólo (vivía con su mamá, la que trabajaba todo el día), compu y teve juntas, comida que le hacía su abuela; no limpiaba ni hacía nada, su única preocupación debían ser sus estudios.

Un día, casi anocheciendo, salió de su casa para ir a ver a unos amigos de la secundaria. En el barrio había poca gente, sólo unas chicas que Toño presumía, debían tener entre doce y quince años. Siempre salían a jugar voley, pero él nunca había volteado a mirarlas. Le parecían cucufatas, aniñadas y algo aburridas, por decírlo menos. Sin embargo, ese día algo cambió. Se vió tentado a mirar atrás y al costado del griterío una chica permanecía sentada, cómo preguntándose que hacía ahí. Llevaba polo a tiritas y minifalda, lo que resaltaba unas piernas para su edad, muy bien formadas. Creyó reconocerla, esa chica siempre había vivio en la cuadra, a unas casas de la de él, para el lado de en frente. Se preguntó cuándo esa flaca había crecido tanto, esbozó una sonrisa de culpa y se fué.

Las semanas pasaron, su relación con Anahí seguía en lo mismo, en la misma monotonía de siempre. Pero ahora, cada vez que salía de su casa, ya no se sentía en un barrio escaso de chicas, por lo menos hay dos se decía para él mismo, la de la minifalda y Luz. En una de las tantas noches en que los chicos del barrio salían a hablar de nada, por no tener nada que hacer en sus casas, hizo un amague para preguntar por su nombre.

Toño: ¿Puta esas chibolas que feas no?
Alex: Jaja no seas mal hablado, fácil y terminas estando con alguna de ellas.
Julio: Que pendejo eres, hasta la Anahí está mejor.
Toño: ¡Habla bien! No compares pues. Puede que esté chancadita pero a mi flaca la despacharon bien.
Alex: Si oe, acuérdate que yo también estuve con ella.
Toño: Ah verdad, faltas tu pe Julito.
Julio: Jaja, no me retes que te puedo atrazar si yo quiero.
Toño: Fueraaaa, más bien porqué no le caes a esa flaca, la de la minifalda.
Julio: ¿Oe firme no? ¿Quién es?
Alex: Tu vecina pe huevón.
Toño: Pero como se llama pes.
Alex: Ayaaa, ella es la Susan.
Julio: Puta pero muy chibola on.
Alex: Pero mirála, esta bien desarrolladita ¿Cuánto le pones?
Julio: Fácil sus catorce.
Toño: Si fácil pes.

Pero Susan en realidad tenía trece. Desde que nació, vivió en el barrio, solo que ahora recién empezaba a salir, en complicidad con una prima que vivía al lado suyo. La relación de sus padres no pasaba por su mejor momento, lo que indirectamente le afectaba también a ella. Susan no se daba cuenta de que su personalidad se empezaba a formar, en torno al ambiente en el que estaba. Eso le produjo -hasta aquel entonces- unos estados de ánimo variables, saltando de la alegría al odio, como quién cambia de sitio en el micro; pasando del gusto por alguien al amor que es capaz de entregarlo todo, en apenas instantes.

Ella paraba de arriba a abajo con su prima. Cada vez que Toño salía de su casa y dirgía la mirada hacia ella, se encontraba con dos chicas riendo coquetamente, por lo que no podía diferenciar quién era la que le devolvía el gesto, si Susan o su prima (con los mismos trece años). Por eso, además de su timidez, no se atrevía a hacerles el habla. Ellas eran dos, él uno. Le daba algo de verguenza decirle Alex o Julio para que le acompañasen, lo tildarían de chibolero, además del hecho de que aún estaba con Anahí.

No fue sino hasta un día después de año nuevo, en el que él se encontraba lógicamente borracho y llegando de un tono al mediodía. Venía por el mercado, a unas cuadras del barrio, porque le encantaba curar la resaca con su combinado y su vaso de chicha. Entre sus cejas de borracho divisó a las dos amiguitas, riéndose seguramente de su manera de caminar en estado etílico. Se olvidó de su comprensible mal aliento, su olor a cigarro y los restos de vomito en su ropa, para pararlas, darles un cariñoso saludo y seguir su camino. Era la primera vez que les hacía el habla, lo demás sentía, no iba a más difícil que eso.

Un par de semanas después, hubo un apagón en la cuadra, el cual le canceló a Toño sus planes de encerrarse en el internet. No habiendo nada que hacer y siendo de noche, aprovechó para ir a hacer hora con Susan y su prima. Hablaron por quince minutos, hasta que su papá la llamó y se tuvo que ir. Él presumía que también le gustaba a Susan. Sólo era cuestión de tiempo que caiga, pero tenía que hacerlo cuidadosamente, para que ni Anahí ni el resto del barrio se enteren.

Fue un día de febrero, Toño se había peleado con su flaca y estaba enfurecido, sólo quería desquitarse con alguien. Se encontraba conversando con Julio y Alex en la esquina del barrio, cuando cogió el valor necesario para ir a buscar a Susan. Ella como era costumbre, hablaba con su prima en el momento en que Toño llegó. Le dijo si podían conversar en otro lado, ella fingió no saber que pasaba, hasta que su compañera le dió un empujoncito diciendo: ¡Anda oe! Llegaron a uno de los tantes parques que por ahí se escondían, se sentaron y comenzaron a conversar.

Toño no sabía muy bien que decirle. Todo el valor y el ingenio se le habían ido, sólo le quedaba el suficiente para saber que pregunta decir apenas ella acabase de hablar. Pasó lo que él tanto temía, Susan alegó que ya era tarde y que tenía que irse. Entonces la bestia salió, la sentó contra su voluntad en sus piernas para besarla, con todo lo que tenía y más. Ella misteriosamente aceptó, sólo se rió maquiavelicamente, pregunto por Anahí y se fue. En el camino Toño le preguntó si esto se repitiria, a lo que Susi contestó que posiblemente.

Continuará...