miércoles, 24 de noviembre de 2010

La enfermedad de estar despierto

A veces sueño pero no sueño. Quiero alejarme de la cama, saltar, correr o que ella se aleje de mi. Pero me ata con mis recuerdos, los usa en mi contra. Evoca los más terribles colchones que mi espalda ha probado, sillas, mesas, lavanderías, parques, pisos, veredas. No puedo despertar aunque sea mi voluntad. Entonces intento soñar, no sin dejar de estar despierto.

Los sueños que no son sueños son como montañas rusas, tienen un vaivén de intensidad. Tú lo pones. Me imagino volando y de nuevo traigo del pasado la sensación de la montaña rusa. Es lo más parecido que mi pobre imaginación tiene de lo que es volar. Justo en el momento que caes, que sientes todas esas gravedades sobre ti, que tus pies se te quieren despegar del cuerpo, allí entiendes el miedo que produce la altura. Miedo de caer y estrellarte, de perecer como tantas aves en su primer vuelo y yo siento ese miedo desde mi cama. Mis pies también sufren, se quieren caer (congelar) y yo me asusto. No puedo más, situo mi mente en la montaña rusa, pero en la subida tan relajante, tan infinita, que no produce ni un ápice de miedo.

Sin embargo estoy en la montaña rusa y todo lo que sube tiene que bajar. Hago lo imposible por retener el momento pero si lo detengo más dejaré de semisoñar, así que me resigno al miedo de la caída y me asusto de nuevo. Un cabello me entra por la nariz, vete. Casi despierto pero no, sigo allí, cagandome de miedo. No sé si esta montaña tiene las bajadas muy cortas o soy muy cabro, pero de vuelta estoy subiendo, de nuevo siento los pies pegados al cuerpo. La luz que entra por las rendijas que deja la cortina se transforman en mi sueño en rendijas de tiempo, entre subida y bajada. Quiero volar pero quiero hacerlo con la calma que produce subir la montaña. Es estraño, las palomas se ven tan calmadas cuando se deslizan por las corrientes de aire. Quizás ellas también se caguen de miedo, quizás parezcan calmadas porque su miedo supera al mío y debido a que sus prominencias faciales no les permites mostrar el terror, muestran calma. O talvez es sólo un farol para engañarme y que siga intentando volar en mis sueños para no ser las únicas así de aterradas en el mundo. Putas palomas, lo que daría yo por meterlas en mi asiento de la montaña y ver como se despluman sus cachosas alas.

La bajada llegó más rápido en proporción a las rendijas de luz que deja mi cortina. Meto los pies en las frazadas para tratar de que no se me despeguen -el frío y la sensación de pérdida son peculiarmente parecidos- del cuerpo. Parece funcionar y tomo conciencia de la adrenalina con menos miedo. Intento soñar sobre mi sueño y aparecer al lado de las palomas, cayendo con rápidez sobre algún maiz para que nadie (¿esa que tiende la trampa en el suelo, de verdad eres tú?) pueda cogerme. Pero choco y para no ser capturado vuelvo a la parte absurda de la montaña, la subida. Cómo podre volar y que las palomas no parezcan unas expertas a mi lado me pregunto. Me quedan a lo muchos dos intentos y despertaré, es inevitable. El sol se está ocultando, pasando a formar un ángulo agudo con la tierra que apunta directamente hacia mis ojos y que osa con levantarme. No podré soportar el impacto de sus rayos, tengo que volver a la caída rápido, aunque el saber que vas a tener miedo te produce más miedo.

Caigo con la furia de un halcón peregrino. A su vez, otro sobresueño me dibuja a mí mismo con tres rayitas paralelas detrás mío, símbolo de la velocidad que he alcanzado. Me siento como el piloto que solo cuando usa la máxima potencia del auto, puede estabilizarlo. Controlo todos mis movimientos y el miedo se ha ido volando -me ganaste maldito- como huyendo de mis nuevas facultades. Hora de llevar esa sensación a los aires, seré capáz de volar como las palomas y no sentirme menos que ellas, lo averiguaré apenas acabe de botar otro cabello que de nuevo unta mi nariz. Uso el dedo equivocado, el pulgar. Es muy grande para desenterrar ese travieso cabello que se va metiendo en ves de salir, dentro mi mina mocosa. Contengo la respiración, voy a lograrlo, por fin voy a volar aunque sea en mi sueño, quién sabe y los sueños son aún mas reales que la realidad. Dejame sentir el aire sobre mi ropa desnuda, por favor no interfieras cabello. Convulsiono para no respirar y que no se entrometa el cabello pero pierdo. Si los humanos contralaran a ese grado su respiración, aumentarían apocalípticamente los suicidios. He perdido, estoy conciente y muy ofuscado. Tiro lo primero que alcanza mi mano por los aires. A ver si tu puedes volar como las palomas, ojalá te salgan alas y puedas lograrlo celular.

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