miércoles, 11 de agosto de 2010

Capítulo 2: Los secretos nos matarán

Los secretos nos matarán


Caminaban Toño, Alex y Julio, junto con cuatro amigos más. Caminaban buscando un motivo para ser felices, sólo por una tarde.

A veces lo encontraban. En las interminables caminatas, en la filosofía popular, en el huesito del mercado, en el gol de media cancha, en la china que encontraban, en la apuesta que ganaban, en las gotas que del cielo caían, en los globos que en carnavales llegaban al blanco, en los cohetes que a los vecinos despertaban, en los besos y caricias que soñaban con dar algún día.

Alex era discreto, quería dar la impresión de líder, seguro y serio. Su buen tino para saber cuando hablar se fue convirtiendo con los años en la chispa que invita a otros a unírsele, que hace sentirse seguro a los que lo rodean. Era el mejor jugando fulbito, todos lo reconocían. Pero el vicio de sentirse superior a veces le jugaba malas pasadas, lanzaba comentarios hirientes que hacían orificios llenos de odio, en los que los recibían. Se acumulaban y al final se descargaban en riñas dentro del grupo que (milagrosamente), no producían resentimientos a futuro. También fué el más dotado con habilidades físicas del grupo: buen bailarían, buen deportista, buena coordinación para los juegos de manos. Sólo tenía un gran defecto, nunca podía hacer caso de un buen consejo de un amigo, sólo fingía escucharlo.

....

A pesar que desde ese primer beso, Toño había roto el pacto de fidelidad que inconsientemente se hace al empezar una relación, no lo sentía así. Cómo ser fiel a quién no amas, cómo lamentarse por algo que te hace sentir tan bien, se preguntaba a sí mismo mientras perpetuaba la infidelidad. Averiguó el correo de Susi y desde ese escenario supo planear con éxito sus siguientes aventuras. Al igual que él, Susan lejos de sentirse mal, se contentaba con este romance, la hacía sentir superior, por fin había entrando a las grandes ligas. En un principio sólo lo hizo por pasar un buen rato, pero cuando se decidió examinarse a sí misma, había nacido en ella un sentimiento de necesidad hacia Toño.

A diferencia de Anahí, Susi aceptaba con complicidad las caricias más exóticas que su amante podía darle. Cada nueva cita era una nueva aventura en un terreno desconocido para ella. Ya no sólo le pertenecía a Toño su boca, sino también su cuello, sus piernas y su cintura. Cada día también pensaba que ya era suficiente, que no podía llegar más lejos en tan sólo un juego, pero a la hora del encuentro, el camino que su cuerpo le hacía a los labios de Toño, era tan perfecto que no podía decirle que no, por más que lo intentara. Cuando terminaba el encuentro y ya su figura se había mancillado por esa traviesa lengua, se alojaba en su corazón el miedo que todo eso se acabara; porque la mayor virtud de Toño no eran sus besos, sino la manera en que llegaba hasta ellos. Ella quería más de eso y en secreto, estaba dispuesta a luchar.

Con ese pensamiento presente, decidieron ir un día al cine. La manera en que subían la escalera automática: abrazados y mirándose a los ojos, era más la de una pareja que la de unos chicos jugando a querese. No sentían culpa alguna en mostrarse, mas bien nacía una necesidad de mostrarse. Compraron las entradas y fueron, sin dejar de abrazarse en ningún momento, a la sala. Cuando las luces se apagaron, Susan lo cogió fuerte del pecho, lo obligó a mirarla a los ojos y le dijo:

-Susan: Toño, esto es lo más lejos que puedo llegar contigo.
-Toño: Jaaa, ¿Qué alas?
-Susan: Aishh, no te hagas.
-Toño: Entonces, tu quieres que tu y yo...¿estemos juntos?
-Susan: Si.
-Toño: Pucha Susi, yo también te quiero, adoro cuando estoy contigo, me siento diferente pero hay algo...
-Susan: ...
-Toño: Olvídalo, será así entonces, seremos enamorados.
-Susan: ¿En serio?
-Toño: Claro.
-Susan: Ayyy te quiero, te quiero, te quiero.
-Toño: Yo más linda, yo más.

Un abrazo selló el pacto. Toño presentía que algo así terminaría sucediendo y aunque pensaba que ante esta situación, diría que no, terminó cediendo. No supo bien el cómo, pero la manera en cómo Susi lo miró, las palabras que dijo, fué como si ella lo hubiera pensado miles de veces hasta encontrar las palabras justas y él, ante tanto empeño, no pudo decir no.

Ya que con el panorama claro y un futuro prometedor, no había más caricias que ocultar. Seguido del desbordante beso, se acomodaron en un solo asiento para hacer más fácil el contacto. Ella, con predisposición a lo que pasaría, llevaba minifalda, de esas que tientan a explorar sus más oscuras cavernas. Toño sabía que Susi, pase lo que pase, no diría que no; así que después de apachurrar esos muslos agraciados, subió sus manos hasta anclar en un nuevo mar. Al mismo tiempo le preguntaba al oído si deseba que continuara, ella más por desgaste y por no querer perder concentración, asentuaba. Todo fue descubierto aquella tarde, sólo se detuvieron cuando se sintieron tan límitados por el siento que fueron al pasillo en busca de más espacio. Mientras Toño la cargaba e intentaba despojarla de lo que le quedaba de piel virgen, una cuidadora del cine los pilló. Se acomodaron la ropa y se fueron, riéndose.

....

Las cartas se hallaban sobre la mesa. Toño no podía volver a ver a Susi sin antes terminar con Anahí. Se pasó varios días pensando en la manera más noble de hacerlo, aunque en verdad no existen maneras nobles cuando se trata de destrozar corazones. Por ese entonces, su vecina Luz le había vuelto a hablar por messenger y se insinuaba para que él la invitase a su casa. Ovbiamente la confianza de Toño se encontraba experimentando nuevos límites, por lo que no dudó y la invitó un sábado de madrugada.

Luz y Anahí habían sido mejores amigas por años. Habían compartido peinados, gustos por chicos, malas y buenas notas, sus primeros tragos, entre otras cosas. Parecía que nunca se separarían, hasta que un día, de la noche a la mañana dejaron de hablarse. Corrió el rumor de que se separaron porque a ambas les gustaba Alex y sólo Anahí estuvo con él. En fin, eran rumores. Cuando Toño vió la oportunidad de tener algo nuevamente con Luz, tuvo la visión de que indirectamente, ella le contaría a su ex-mejor amiga lo ocurrido, para verla sufrir. Pero esa era la excusa que necesitaba para deshacerse de ella, sólo tenía que actuar un poco, hacerse la víctima y mentir hasta el cansancio.

A las dos de la mañana, del sábado para el domingo, Toño subió al techo, le pasó una escalera a Luz y la ayudó a llegar a su casa. Ella ya conocía el manual, bajar con cuidado, hacerle cariñito al perro de la casa Chock, ir directamente al cuarto de su vecino, quedarse ahí y esperarlo. Se echaron y como hacía un par de años, comenzaron a hablar como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo este tiempo no hubieran dejado de ser amigos. Sin embargo, ambos sabían que todo era una farsa. El único objetivo de esa visita era terminar revolcándose un rato. Fingieron dormir cara a cara y fue allí cuando Toño le arrancó un beso. Ella comenzó a morderle los labios a lo que él se reía y le decía al oído que había aprendido bastante en ese tiempo. Se besaron por quince minutos, luego Luz se fue y ambos en sus casas sonreían, pensando en un trabajo bien hecho, aunque no por ello desagradable.

Lo demás era sólo esperar. A los pocos días Anahí fué a la casa de Toño, le pidió que bajase y llamó también a Luz. Habló primero con Toño, le dijo lo que su antigua amiguita había estado comentando en clase y le pidió que por favor, lo negase. Él alegó que todo era mentira a lo que ella respondió que entonces le dijera a Luz, en presencia de ella, porqué había dicho eso. Anahí pensó que así dejaría muy mal parada a Luz. Pero cuando se confrontaron los tres, ella se reafirmó en su posición a lo que Toño reaccionó poniendo la cara más avergonzada que tenía, como aceptando el crimen.
Anahí se fué casi llorando, su chico la siguió y después de mucha palabrería, consiguió que le creyese. Esa en un principio no era la idea, pero Toño era mucho mejor improvisando que planeando y en transcurso de los hechos, vió que podía ganar algo más. Cuando todo parecía volver a su cauce, repentinamente Anahí escuchó de los labios de su amado que ya no quería seguir más con ella. Decía que no podía seguir con alguien que desconfiara así de él, que se sentía traicionado. Ella no lo podía creer, la tortilla no sólo se había volteado, se había quemado. Odió con todas sus fuerzas a Luz, en su mente ella era la culpable de todo. Ni siquiera sospechaba que ese chico que estaba a su frente, llorándole era la verdadera mente malvada tras ese plan. No quizo terminar con Toño, pero sus argumentos eran irreprochables, antes de irse porque ya era tarde, dijo que esto no terminaría así. Toño le pidió un último beso y fue allí, dónde se olvido de todo el rollo del cambio y por primera vez, acarició esas partes que tantas veces quizo tocar pero no se atrevió.

Ahora estaba con Susan, la chica que lo llenaba física y mentalmente. Se sentía un ganador en todos los aspectos. No se imaginaba, ni por casualidad, que tiempo después, las terminaría pagando todas.

Continuará...

Pdt1. Mil disculpas a los que se han enganchado con la historia (espero que sean muchos), si es que esta demora en publicarse. No es tan fácil como pensaba hacer un intento de novela, pero ahí vamos.
Pdt2. A los que se sientan aludidos, no me odien o mejor dicho odienme poco... ya está bien, odienme, pero no para siempre.
Pdt3. Gracias Mía, por permitirme y aguantarme tantas cosas, sobre todo esta historia. Eso te hace mejor persona, mejor de lo que yo puedo aspirar a ser. Gracias.

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