jueves, 12 de agosto de 2010

Te contaré un secreto


Te contaré un secreto, no me siento bien.

Es la segunda semana que paso en casa, supuestamente sin hacer nada. Y cuando no haces nada, sueles pensar mucho, por lo general en tonterías acerca de ti. He querido averiguar que tan feliz soy en mi exilio. La verdad, no me gustó lo que encontré.

Me levanto muy, muy tarde y aún así tengo ganas de seguir durmiendo. Son las once pero mi mamá me obliga a abandonar a morfeo. En secreto deseo que se vaya a trabajar, sonará cruel pero qué quieren que haga, es mi naturaleza. Me encanta vivir sólo, quisiera despertar después del mediodía, comer en la computadora, traer a la señorita que yo desee a mi casa, leer y escribir, salir cuando me aburra y llegar a la hora que quiera, a sabiendas que nadie me controla. Cuando supero estos odios me doy cuenta de que ella y el bebe ya han desayunado, me podrían haber dejado algo pero no, en castigo a mi pesado sueño (ahora dormir esta mal), sólo me han dejado platos que lavar. Definitivamente hasta aquí, no he sido feliz.

-Mami que esperas para ir donde la abuelita, nosotros no podemos con el gordo- No vamos a ir, todos están enfermos por allá, ni lo pienses y si te quieres ir, lárgate- Nunca desayuno, ya se me hizo costumbre, creo que si desayunara sería felíz, con sólo probar un juguito de naranja recién exprimido, con pan con jamón, con tamalitos, con salchicha, con lo que sea. Pero estoy resignado, la única manera de hacerlo, sería volver a la casa de mi abuelita, quiero extrañarla y no puedo, Mía me lo tiene prohibido.

La casa a cargo de dos personas se vuelve extenuante, más aún cuando hay un niño de nueve meses que cuidar y encima, otro en camino. Nos turnamos las tareas domésticas y el cuidar al niño, con mi mami. Yo pienso que el perdedor se queda con el niño, no sé que piense ella. No me malinterpreten, si lo quiero, lo amo, pero eso no conlleva que lo soporte ni que amé más su compañía (ni la de nadie) que a mi soledad en las mañanas. Barrer no me hace feliz, ir a hacer las compras tampoco, sólo la música que pongo de fondo me hace un poquito feliz, pero creo que hasta poco antes del almuerzo, esa felicidad no es suficiente.

Nos turnamos para comer, eso no me hace feliz. Qué sentido tiene cocinar si vas a comer sólo, es absurdo. Menos mal que el bebe se duerme, mi mamá hace lo mismo, agotada. Yo me voy a mi cuarto a leer por fin en paz, luego a la computadora, también con algo de paz, creo que soy medianamente feliz. No quiero salir, no me gusta salir a estas horas de mi casa. Prefiero salir muy temprano y estar todo el día en la calle, haciendo cualquiero cosa, eso me hace feliz pero por ahora no lo puedo hacer, no me darían ni el dinero ni mi conciencia me dejaría tranquilo por dejar a mi mamá sóla.

Cuando está por acabar la tarde recuerdo que tengo enamorada. Es curioso esto, quizás sea una señal, eso me haría feliz. Desde que acabé el colegio, todas mis chicas recibieron migajas de mí, no tenía mucho tiempo y por eso las veía una vez a la semana como mucho. Ahora que me sobra el tiempo, es ella la que no tiene el tiempo para mí, o no se lo dan, o no lo quiere pedir, o no me lo quiere dar. Dice que no nos veremos hasta el domingo, me frustro al principio pero luego veo comicidad en todo esto, soy feliz riéndome de mí mismo.

Aunque no quiero salir, siempre termino saliendo, creo que es costumbre. Sería un tanto más feliz si estuvieran bien mis audífonos y pudiera escuchar música en los micros, pero no lo están y creo que nunca tendré el tiempo (ni el dinero) para buscar unos nuevos, así que esa felicidad no creo que vuelva. Llego lo más tarde que puedo, como rico mientras veo al fondo hay sitio y creo que soy feliz. Me toca lavar los platos, no lo soy más. Entro a la computadora y me transformo en otra persona. Tengo la música que deseo, hablo con quien quiero, leo lo que puedo, escribo si inspiración encuentro; todo está dentro de las cosas que me agradan, soy feliz. Me acuesto muy tarde, tengo miedo de recorrer el pasillo que hay entre esta habitación y mi cuarto, creo que por eso me desvelo tanto. A poco más de las tres me voy a dormir, me quito la ropa, tengo frío. Me abrigo con muchas sábanas, soy feliz nuevamente y por lo menos duermo feliz.

Pdt. Muy pronto en sus kioscos, el capítulo tres de mi primer intento de novela: Aquel arcoiris.

2 comentarios:

  1. Podria escribir un GRAN comentario y decir muchas cosas, pero con una sola palabra puedo decir mucho: Me encanto :)

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el aliento. Aunque no sé tu nombre, presiento que eres una persona linda. Gracias de nuevo :)

    ResponderEliminar