sábado, 24 de julio de 2010

Ni tu. Ni nadie.

Viernes 3:00 am

Chato: Tony, tu haz sido la primera persona a la que he admirado.
Tony: (Mirando de reojo a su mejor amigo, ambos sonríen, con burla) Que te puedo decir pes, yo también pensaba como tú.
Chato: Entonces huevón, dejate de estupideces, tu eres inteligente, no cagues tu vida.
Toshio: Chato, seré neutral. Lo que pasa es que lo que tu ves mal, Tony lo ve como algo normal.
Tony: Te voy a ser sincero chato. Me recuerdas a mí, es como si mi conciencia me hablara, pero hace tres años.

Seguimos conversando hasta cerca de las cuatro. Chato se fue a dormir al colchón sobre el piso, yo seguí pensando en quién está bien y quién mal; si es que se puede calificar así, a los puntos de vista de dos borrachos.

Sábado

Este temita del cambio, del antes y el después, ha sido muy recurrente últimamente. Tengo la impresión de que por fin logré convencer a todos de que yo era de cierta forma. Más allá de si esto es cierto o no, he sacado un par de conclusiones. La primera es que no importa que tantas buenas obras hagas, la gente es cruel, la gente prefiere guardar en su memoria a largo plazo, las cosas malas que haces, ¿Por qué? No lo sé. Quizás sea esa la verdadera naturaleza de las personas, seres horrendos y oscuros que chupan lo mejor de ti, como moscas; o tal vez es un mecanismo de protección, donde la desconfianza es el escudo que piensas te protegerá de futuros ataques al corazón.

La segunda es que están mal, se equivocan. Lo sé porque cuando me lo sacan en cara, no la bajo ni un momento. Porque ya sea por mi orgullo, por mi razón, mi corazón o todo junto, hay algo dentro de mí que me hace sonreir, decirles que tienen razón y seguir como siempre. No voy a ajustarme a sus mundos, porque no son los míos, yo construí uno, lo he venido haciendo, a punta de lágrimas, de caídas, de experiencias, de bohemia y ellos no lo saben, desconocen en dónde me apoyo cada vez que digo algo, acusan sin pruebas. Me juzgan, me miran con desprecio, hablan a mis espaldas, envenenando a la gente que todavía está conmigo y frente a mí, simulan que nada ha pasado, que son mis amigos. Desconocen que los puedo oler, los detecto hasta cuando aparece en mi pantalla, su impostor saludo. Lo sé porque una de las cosas que aprendí, fue a confiar en todos. Si me fallan o no en el camino, no es mi culpa y no tengo porque sentirme mal por eso, siempre quedan algunos ahí, contigo, acudiendo al llamado, abrazándote sin hacerlo, escuchando sin juzgarte.

Nadie me cambiará amores míos. El verdadero sentido del cambio está en abrir las mentes, para moldearlas al gusto del manipulador cual león con su domador, que aprende a respetarlo, necesitarlo, incluso amarlo, a pesar de que desde el primer segundo, este invadió su libertad. Cómo hacerlo cuando esto conlleva encerrar lo que tanto te costó formar, ya se los dije, si eso es bueno o malo, no importa, es un camino sin retorno. Al final es imposible cambiar nuestra esencia, viene con nosotros al mundo y la moldeamos cada día, si la perdieramos, simplemente desapareceriamos. Puede ser que intente mejorar, pero cambiar nunca. Lo juro por la L y por la M, las dos únicas personas que pueden sacar lo mejor de mí, con tan sólo unas palabras.

No lo haré ni dejaré que alguien lo haga. Ni tu. Ni nadie.

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