martes, 6 de julio de 2010

Héroe


Simpre pensé que algún día sería un heroé. De esos que hacen milagros y hacen de lo imposible, moneda corriente. Que llevan un dolor tan grande, que lo conviritieron en su motor para avanzar y salvar vidas. Que inspira corazones, los hace ser nobles, los vuelve fuertes y en el peor momento de sus vidas, los hace resistir un segundo más.

Siempre creí que estaba destinado a aquello. Que llegaría el día en que una araña radioactiva me picaría o que el gran mago me elijiría como sucesor, o que enfundaría mi espada contra seres perversos. Esperé y esperé, nunca perdí la esperanza. Quizás mi corazón buscaba en ese ideal la respuesta a cómo sentirse mejor, después de lastimar tanta gente. O quizás sólo deseaba sentirse valioso, sin importar que se inmolara a sí mismo. Pudieron ser tantas cosas, pero de nada valen ya. Hoy me desengañé, hoy me di cuenta que nunca seré un spiderman, ni un iron man, ni siquiera un chapulín que salve corazones a punta de risas y caídas, ni siquiera un batmancito, por emular a chespirito y su shakespeare chiquito.

Nunca lo seré porque no tengo los dones para hacerlo. Si pudiera volar, viajaría sólo por encima tuyo, para seguirte los pasos y asegurarme de que seas siempre mía. Si me dieran la capacidad de hacerme invisible, me burlaría de las personas que odio para simplemente desaparecer cuando estén a punto de descubrirme. Si acaso fuese el más inteligente del mundo, me encerraría en mi cuarto para tramar las más macabras estrategias, para forzar encuentros amorosos entre ella y yo. Si recayera sobre mí la responsabilidad de cuidar del mundo, lo haría gustoso pero sólo para hacerlo un lugar mejor para ti.

Son estas enfermizas prioridades las que nunca me dejarían ser un heroé, ni de circo. Esta noche lo entendí, abrí los ojos y decidí despedirme de mi gran sueño, porque es mi destino, porque quizás sea la única forma de ser verdaderamente un héroe, renunciando. Un amigo arácnido me enseñó que para hacer lo correcto, debemos dejar de lado nuestros sueños, junto con nuestras pasiones y deseos. Porque así, solo así, estamos siendo héroes y a la vez siendo humanos. Que más heroíco en la vida de una persona que renunciar a nuestro amor por alguien, por un anhelo, por una fantasía, por un recuerdo. No podré ser tu superheroé y espero me disculpes, pero desde el fondo de mi corazón lucharé cada día por mantenerme al margen, esa será mi mayor victoria, mi mayor logro, hacerme un lado y dejarte ser feliz, porque lo mereces, porque te amo. Adiós.

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