lunes, 10 de mayo de 2010

Los hombres que no amaban a las mujeres I



El destino es una cosa curiosa. Al principio creí que era un hecho totalmente aislado y al que no le prestabas la menor importancia hasta que tu vida termine de girar lo suficiente. Pero no es así, estaba equivocado. Y lo descubrí el pasado viernes, cuando saliendo del cine entré a la librería crisol con mi chica.

Como es posible que nunca le haya prestado la atención debida a tal acojedor lugar. Se puede entrar y salir al gusto, y adentro miles de libros esperan por ser tocados, ojeados, acariciados y hasta maldecidos, con tal de que se les brinde un poco de atención. Si quieres lo compras, si quieres puedes leer capitulos enteros del libro en unos sofás libres y no pagar nada, pero corres el riesgo de engancharte y tener que abrir la billetera.

Entré seguro de mi poca capacidad de decisión y que ésta me ayudaría a no gastar los unicos cien soles que llevaba para comprar una casaca. La única esperanza de esos manuscritos por irse conmigo era ( éste es el verdadero sentimiento que produce el destino enfrente tuyo ) que yo sientiera esa necesidad incesante por quedarme con uno de ellos, ese pálpito frénetico al momento de alejarme del libro, esos deseos tan parecidos al amor. Y ya había pérdido la esperanza de sentir algo parecido hasta que por puro juego, cerré los ojos esperando sorprenderme con el libro que se hallara en mi frente al abrirlos... ocho, nueve, diez! ante mí apareció una chica algo anoréxica encerrada en una portada. Hize memoria, la había visto antes en la portada del blog de un profesor, recomendándola casi con desesperación. Pensé en comprarla, ochenta y ocho soles, estás loco me dije.

Salía del local, cuando esa punzada a la que tanto temía me invadió el pecho, Maldición! Cogí el regordete libro de unas setecientas paginas, fui a pagarlo mientras esperaba algún argumento que me convenciera de ceder en mi compra por parte de mi chica, no lo recibí.

Llegué a mi casa cerca de las diez, ese día no hubo msn, me encerré en mi cuarto a ver que decía mi nuevo amigo titulado...Los hombres que no amaban a las mujeres.

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