jueves, 23 de diciembre de 2010

El peor enamorado


Soy muy mal enamorado. A mis diechiocho años recién lo vengo a descubrir. Y no es que sea mala persona (creo yo), sino que las características que se le atribuyen al buen enamorado no son las mías. No lo digo con orgullo pero tampoco puedo evitar sentirme bien cada vez que llego a esa conclusión. El buen enamorado por lo general es cachudo, sacolargo, obsesivo y en extremo celoso. Sin embargo, el desgraciado es feliz porque es tan buena persona que nadie le dirá jamás que es cachudo para no hacerlo sentir mal. Nadie le recordará lo sacolargo que es porque en el fondo lo envidian. Y nadie lo tildará de obsesivo y celoso porque a pesar de eso, su flaca siempre encuentra la forma de escaparse de su control, así que da igual.

No me estoy pasando de cruel ni he estado leyendo en exceso las aventuras del Chino y Pancholón en el trome, es la purita verdad. Lógicamente existen exepciones, buenos enamorados que se topan con las aún más escasas buenas enamoradas y viven felices para siempre. Son contaditos pero existen, como para recordarnos que a pesar de que todos hagamos lo mismo, no dejamos de ser malos enamorados.

Pasemos a la materia. La más importante de las características del buen enamorado, que no puede faltar y que es fundamental para que la relación prospere, es que sea celoso. Es increíble cómo les encanta a las foragidas que las controlen hasta cuando cagan. Dicen que eso las hace sentirse seguras además de queridas. Si eso es ser un buen enamorado, entonces yo soy una basura, un insulto a las buenas costumbres, un salvaje en pleno siglo veintiuno. En mi defensa sólo puede decir que hay algo que se llama confianza y haber si cuando cumplan uno o dos años de enamorados, se van a sentir igual de queridas cuando no las dejen ir al tono del año. El otro objetivo de los celos es que no te saquen la vuelta, lo que es tan iluso como decir que si ya almorzaste y estás lleno, no puede entrar el postrecito. El deseo sigue allí y las flacas son vivas, si quieren hacerte cachudo lo van a terminar haciendo, así las controles con marcas.

Pero mi pensamiento es arcaico, pasado de moda, chusco, ya fué y estoy condenado a que me llamen mal enamorado. La siguiente razón es que soy un loco, un cerdo, un arrecho y si romeo viviera, un romántico. El buen enamorado no está para hacer la cartita a fin de mes ni menos para cantarle al oído, él en cambio debe ahorrar sus energías para preguntarle en dónde ha estado hace una hora y que va a hacer después de verlo. El buen enamorado no se puede arrechar en un parque, se va al telo. Tampoco puede cargarla, meterle mano, besarla por todas partes ni hacerle el beso de Gayoso a Shirley Arica y mejor no sigo porque llegan las demandas contra la moral.

Son esas dos poderosas razones las que me privan del título de buen enamorado pero no son las que me hicieron deducirlo. La principal y más poderosa razón, la que me sacó del engaño en que vivía, es que me di cuenta que soy un buen mentiroso, lo cual no significa que siempre lo sea, sólo que sé como serlo. El buen enamorado no sabe mentir, cuando lo hace se pone rojo, tiembla y por lo general cuando miente, es por cosas minúsculas. En cambio yo, te puedo cambiar la historia de la vida en la tierra y te aseguro que me creerás. Te miraré con ojos tiernos e inventaré anécdotas que comprueben mi invento. Serán tantas cosas las que imaginaré que no las recordaré todas, pero ya estaré convencido de mi mentira y tu también. Lo peor es que aunque no quiera usar ese poder, lo terminaré usando porque es cómo poder salir con la flaca que quieres, ir al tono que quieres y perderte los días que desees, a sabiendas que con una mentira todo estará solucionado.

Hay un dato más que comprueba mi teoría. Todas, absolutamente todas las chicas que fueron mis enamoradas me terminaron odiando. Y el odio sólo puede significar que estás haciendo las cosas mal. Por eso es que soy un mal enamorado. No un ángel, sino un duende. No alguién que te cuida, sino alguién que te tienta. No un mal enamorado, sino el peor de todos.

Pdt. Hasta el más malo de los enamorados, se enamora.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Luces

Todos los días ocurren cosas maravillosas. Todos los días el cielo se llena de luces. Quizás para ti sean sólo luces, quizás ni siquiera las mires en toda la noche. Pero ellas estan ahí, a pesar de que las ignoras siguen allí. Y quién sabe si en algún lugar del mundo exista alguien que si las esté viendo, como embobado, como enamorado. Para esa persona si son especiales. Lo que tu ignoras, para ella es un milagro y eso, como les decía, es una cosa maravillosa.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El enfermo mental

Soy un inútil cuando estoy enfermo. Sirvo sólo un poco más que mi hermano de un año. Creo que es por eso que desde pequeño he admirado a mis compañeros que, a pesar de sufrir las más satánicas enfermedades, osea las únicas que conocemos a esa edad (fiebre, gripe, sarampión, diarrea), se bastaban con una pastilla y una jateada para reponerse. Yo no podía, aún no puedo. En mi cabeza me da todo junto. Normalmente y por poner un ejemplo, cuando tienes gripe te da fiebre, escalofríos y mocos. Pues bien, en mi caso me da la enfermedad de la fiebre, la enfermedad de los escalofríos y la enfermedad de los mocos. Es decir, me agarra todo junto.

Cómo sobreponerse a tar cúmulo de enfermades, cómo ignorarlas cuando vienen en combo, dispuestas a hacerte sufrir y hasta matarte. Contra toda lógica he aprendido a convivir con algunas. Sufro (a veces gozo) de sinusitis crónica, que son los mocos que salen como miel del panal que viene a ser tu nariz a cada momento; eso que te da cuando te resfrías yo lo tengo casi siempre y bien disimulado por si no lo haz notado. De allí nacieron mis famosisímos mocos voladores. Técnica que me llevó años en perfeccionar y que consta en meter un dedo en la nariz, untarlo con moco y como si tiraras una piedra chiquita, lanzar el moco por los aires. Es asqueroso, peligroso, antinatural, aborrecible pero digan lo que digan es también muy divertido. Y más cuando se le queda pegado a alguien en la ropa.

También tengo secuelas que dejaron músculos rotos en varios lugares de las piernas. Soy arquero, a eso súmenle que soy muy obstinado y hasta loco, eso sólo puede llevar a las lesiones que, cuando eres tan terco como yo en seguir jugando, irremediablemente acabarán en lesiones de por vida. Heridas que no han sando completamente por forzar a los músculos a volver a esforzarse sin haberse recuperado del todo. Por eso no puedo correr por mucho tiempo, ni jugar por mucho y por ende estoy engordando progresivamente. Además creo que de tanto chupar, mi vejiga está mal, es eso o no es capaz de retener nadita de líquidos. Me vasta con probar un vaso de licor en cualquiera de sus formas para ir corriendo al baño a orinar por varios minutos, y este ritual se repite muchas veces en la noche. Es vergonzoso a veces, pero también como los mocos voladores, tiene su gracia. ¿Alguna vez han jugado a quién puede orinar más en botellas vacías de cerveza? Apuesto a que les gano.

No soy un inútil cuando me enfermo, soy un parásito. Y no sirvo un poco más que mi hermano, él me gana. Con alguna nueva palabra en su vocabulario hace que le presten más atención que la que me pondrían a mí si tuviera cáncer. Lo único que no me pueden reprochar es que a pesar de estar al borde la muerte (como lo estoy, apúntense para el testamento) mi sentido del humor permanece intacto. Soy un enfermo simpático, de esos que dan ganas de cuidar. Ojalá después de esta propaganda tenga quién me cuide la próxima vez que caiga enfermo. Y es que no hay ningún remedio como el amor. Cómo extraño cuando vivía en la casa de mi abuela y cada vez que caía enfermo había paro familiar. Me llevaban la teve de mi tío a mi cuarto, cada cinco minutos me ponían pañitos mojados sobre la frente, mi mamá me cambiaba el polo sudado, el vacín siempre estaba misteriosamente limpio, el menú familar se alteraba por mis necesidades a sopas y mazamorras, mis tías hacían de enfermeras y mi abuelo iba a frotarme el pecho todas las noches, con esas manos fuertes que parecían ahuyentar a los virus.

Ahora dependo de tres pastillas cada ocho horas, toda el agua que pueda tomar y lo poco que puede ofrecerme mi mamá (que le agradezco con toda el alma) con sus ocho meses de embarazo. Ojalá mañana amanezca mejor, ya me cansé de comer todo licuado por estas malditas llagas en mi boca. Y ojalá no sea herpes.

Pdt1. No tienen también la impresión de que cuándo se enferman, todo el mundo se vuelve más interesante que su casa.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Amiga

Amiga (¿Te puedo decir amiga verdad?), bienvenida a mi cabeza esta noche. Gracias por pasar a visitar, hace tanto tiempo que no te veía. Creí que te habías olvidado de mí, de mis bromas y de mis manos traviesas. Pero es tan grato tenerte hoy aquí que el mundo se ha reducido a esta habitación, a esta máquina, a este humo, a estos sonidos y a tu presencia. No necesito más para ser feliz, no necesito más que tu recuerdo en esta noche.

Perdón si te he tenido descuidada, la vida que llevo no me permite darte el trato que te mereces. Si amiga, aunque no lo creas te mereces mucho. Fué tanto lo que hiciste por mí, tanto lo que sacrificaste por meterte en mi cabeza, tantas las cosas que pensaste serían eternas y tantas las veces que te pagué mal. A veces creo que era tu deber hacer todas esas cosas que en el fondo formaban una sola, tirarte al fuego conmigo. Arriesgarlo todo cada segundo, como si no hubiera un mañana, como si no hubiera un ayer que no te permita hacerlo. Otras veces (más lúcidas) deseo que no hubieras hecho tanto, es decir me pones en un problema y para no afrontarlo te recuerdo en noches como esta. Y una que otra noche con más alcohol te maldigo por no haber dado un poquito más. En esas noches (si es que en mi mente te encontrabas) estuve equivocado, olvídalas, tu lo diste todo, fuíste como se dice de la cuasiperfección cuando la recuerdas, perfecta.

Mi fiel amiga, no sabes cuánto te extraño. Curiosamente lo que más extraño de ti no es ni lo que hacías por mí ni lo que te obligaba a hacer por mí, es lo que eras. Después de amar, después de descansar, después de volver a amar, después de sudar, ese momento, esos minutos son lo que más me hace falta de ti. Cuando los fantasmas de la pasión se calmaban y sólo quedaba el amor en su forma más liviana (esa que te hace flotar), ese abrazo interminable y esas miradas a la luna llena, eso es lo que más extraño de ti amiga. Déjame decirtelo hoy que estás de visita porque no será tu turno mañana.

¿Entiendes la carga que tengo sobre mí? Entiendela por favor. Quiero recordarte todos los días y traerte a este cuarto, te lo mereces amiga, pero no puedo, carajo no puedo. Hay tantas que se pelean tu lugar amiga, tantas a las que les abrí la puerta, que no puedo tenerte conmigo dos días seguidos. Quizás si me ayudaras, si me llamaras, si recibiera un mensaje tuyo, quizás así si te recuerde hasta tres días seguidos o hasta más, hasta una semana entera. ¿No te gustaría mi amiga? Tu y yo solos, como antes, como siempre debió ser, como nunca debió dejar de ser, sería cuasiperfecto también, porque para que sea perfecto tendrías que estar en tu forma física aquí y ahora, mas no en la etérea.

Pero que sería de mi vida contigo siempre. Me perdería, no sabría que hacer, no tendría porque luchar. Y eso es fundamental para seguir recordándote y trayendote todas las noches a mi alcoba. Mas bien disculpa el humo del cigarro, sé que te molesta pero no me pidas que lo deje, él es parte del ritual que se forma para traerte aquí, es como el taxi que te recoge todas las noches. Disculpa también el desorden, se me ocurrió que vinieras así de la nada, no pude ordenar ni las medias. Me hubiera gustado recibirte con la pulsera que rompiste, o con el collar que yo destruí, o con el collar que perdiste, o con las cartas que se perdieron en el tiempo. Pero como te digo, esto fue improvisado y es mejor que sea así, vuelve tu vista más intensa.

Que ya te tienes que ir, que ya es tarde, que tienes que regresar a tu cuerpo a dormir. No me digas eso amiga, vete sin despedirte, vete sin avisarme. Vete y vuelve en una semana o en un mes o en nuestro aniversario que de seguro recordaré con días de anticipación. Si amiga, aprovecha que estoy distraído escribiendo y sal por la ventana, vuela con el humo del cigarro y piérdete entre las nubes que veíamos tirados en el pasto. Doblate con la lluvia y resiste el frío como resistías mi corazon helado. Llega a salvo a tu destino amiga, duerme algunas horas que mañana no recordarás nada y yo recordaré todo. Y por todo no me refiero a todo, sino a todo el daño que te hize.

Pdt1. Amiga, nos vemos en navidad.
Pdt2. Tranquila amiga, ver no es estar juntos.